Cambios de uso

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El funcionamiento adecuado de las poblaciones depende en gran medida de las normas urbanas que se acuerden. Y, por supuesto, el funcionamiento adecuado depende también del cumplimiento de tales normas y de la disciplina ciudadana. Por eso se expiden los Planes de Ordenamiento Territorial (POT). Pero estos planes (POT) deben elaborarse, aprobarse y ejecutarse con la mayor responsabilidad y con el mínimo de chamboneo.

En Ibagué, el Barrio Cádiz era sinónimo de bienestar para vivir. Compuesto por casas con lotes generosos y arquitectura notable, disponía también de plazoletas y parques que hacían agradable el ser vecinos de allí, donde los niños y jóvenes podían jugar en unas calles relativamente seguras. Pero, en un acto de irresponsabilidad administrativa, las autoridades permitieron el cambio de uso. Digo que lo hicieron de manera irresponsable porque ese cambio no vino acompañado de todo el equipamiento urbano necesario para la operación de los negocios que allí se instalaron y que desplazaron el uso de vivienda. De hecho, los vecinos terminaron huyendo de su entorno tradicional, ahora mutado en sitio inseguro y agresivo con la vecindad. Cádiz, hoy, es el sitio de los médicos y todo lo que tiene que ver con ellos. Está, el barrio, plagado de consultorios, clínicas, laboratorios, oficinas de aseguradoras, EPS, IPS, y todo lo que el lector quiera imaginarse, incluyendo múltiples ventas ambulantes. Las calles del barrio son, ahora, el escenario del juego del gato y el ratón, en donde la Policía persigue a los automotores que allí se parquean (excepto si son motos o carros de la misma Policía) y los conductores corren a mover sus vehículos a otro sitio en donde momentáneamente no hay autoridad.

Esto es resultado de la irresponsabilidad oficial que autorizó el cambio de uso de las casas del barrio. Es clarísimo, para cualquier ciudadano, con excepción de los funcionarios y de los comerciantes que quieren convertir una casa en hospital, que a los sitios en donde ha de haber flujo masivo de personas deben proveerse de parqueaderos suficientes para carros y motos. Esto, que es de Perogrullo, no ocurrió en Cádiz ni está ocurriendo en Interlaken ni en otros sitios de la ciudad en donde, por la presión comercial, se ha cambiado el uso urbanístico de vivienda a otra cosa. Hoy está, ¡todavía!, en discusión la modificación del POT. Lo menos que esperamos todos es que, en ese documento guía del ordenamiento de nuestra Capital Musical, se provean las normas que obliguen a que cualquier modificación de un predio incluya la adecuación de los parqueaderos suficientes – que no mínimos- para vehículos de visitantes, habitantes y discapacitados, incluyendo en las cuentas a los automóviles y a las motos. ¡Y ojalá a las bicicletas! La responsabilidad, hoy, es de la Administración municipal y de Cortolima que elaboran y acuerdan el POT, es de los concejales que discutirán, modificarán y aprobarán el POT y es de los curadores urbanos que lo pondrán en práctica. Ojalá que Ibagué comience a ordenarse y a convertirse, otra vez, en un buen vividero que ya no lo es en muchas de sus zonas.

Credito
JULIO A. LONDOÑO B.

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