Resistencia a los medios

Tratando de superar mi natural rechazo a cuanto medio de comunicación se oponga a los cambios sociales que requieren los pueblos, volví a los tiempos en que, no existiendo Telesur, tenía que conformarme con la visión deformada que de lo que ocurría en Venezuela nos traían canales informativos oligárquicos como Globovisión.

En esta ocasión, la motivación estaba centrada en el deseo de conocer la interpretación que estos medios le estarían dando al retorno de Hugo Chávez a nuestro hermano país. La verdad es que, pese a lo escabrosa que ha sido la visión que ellos han dado del actual gobierno, su postura respecto a este regreso no me sorprendió. Para algunos de sus comentaristas, Hugo Chávez no volvió, pues sus fuerzas y su capacidad decisoria no le dan para tanto: Chávez simplemente fue “devuelto” a Venezuela por el régimen Castro comunista. Por poco y no dicen que Chávez fue deportado.

Para otros, el hermetismo que reina en torno al Mandatario no es una necesaria medida de protección a su adecuada convalecencia, sino solo la prueba de que aún permanece en Cuba; y la historia de su regreso, una fábula urdida para ganar tiempo con miras a unas elecciones que, de realizarse hoy, no arrojarían los mismos resultados que con el caudillo al frente.

En fin, se trata de un periodismo mendaz, orientado no al cumplimiento de la obligación de dar cuenta con objetividad del acontecer del día a día, por mucho que este riña con sus deseos, sino al torcido propósito de hacer coincidir los criterios de la opinión pública con los intereses de unas castas oligárquicas que, como en el caso de Venezuela, se hallan huérfanas del poder político que antes ejercían de forma omnímoda, y que hoy deben someter a los dictados de una democracia que, por fin, comienza a manifestarse sin mayores deformaciones.

A ese tipo de periodismo también estamos sometidos los colombianos, solo que de una forma más sutil y, por sutil, más venenosa. Ese odioso tipo de periodismo, que ha sido adoptado por nuestros grandes medios, es el que ha hecho que un pueblo víctima por siempre de la violencia fratricida, pero hoy en trance de unos acuerdos que lo acerquen a la paz, se pronuncie, así sea en un bajo porcentaje, en contra de los diálogos que se celebran en La Habana. Por fortuna, las inmensas mayorías estamos porque los diálogos cuajen y, a consecuencia de ellos, sobrevenga un período de verdadera democracia que nos permita pensar, entre otras cosas, en los cambios que deben operarse en  los medios para que podamos acudir a ellos sin ninguna clase de resistencias.

Credito
RODRIGO LÓPEZ OVIEDO

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