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En una nueva objetividad que advino inesperada e intempestivamente e implicó tener que proceder a sustituir un comportamiento social, plenamente adaptado, a un reto que cambió abruptamente la realidad.
Una circunstancia que lleva implícita la utilización de una nueva herramienta, que si bien ya venía siendo utilizada por muchos y cada vez más de forma ocasional y complementaria en las rutinarias tareas, se vio convertida por razón de la cuarentena impuesta por el “Coronavirus”, en instrumento de obligado uso, para obviar la presencia física en las diarias labores, dando lugar a diversas manifestaciones de “resistencia al cambio”, pues como es apenas natural, ha afectado a personas y organismos, dada la mutación cultural que tal práctica conlleva, al variarles hábitos, rutinas y conceptos profundamente arraigados.
Es así como en los ámbitos escolar y universitario, muchos alumnos y padres de familia, -sobre todo del sector público- han manifestado sus quejas fundadas en la errónea creencia que “la virtualidad” afecta la calidad de la enseñanza en cuanto limita la participación, reduce la duración de los períodos de enseñanza-aprendizaje y muta los contenidos curriculares.
Y ni qué decir de lo sucedido en terrenos del Congreso, en donde la bancada oposicionista encabezada por nuestro coterráneo el Senador Robledo, “puso el grito en el cielo” señalándola como mecanismo traído de manera artificiosa por la mayoría afecta al gobierno, “…llena de miedo y ansiedades y con el protervo fin de reducirle el uso de la palabra y por ende los derechos de intervención y réplica a sus miembros, y como medio idóneo de elusión a la crítica y al debate público y abierto…”, invocando al efecto el texto constitucional vigente y señalando que dado que éste no contempla su uso, debe proscribirse en cuanto generador de nulidad propio solo de “dictadores de repúblicas bananeras” y exótico a cualquier democracia que se precie como tal”.
De todas maneras así no se compartan las críticas a la virtualidad, “a lomo de la virtualidad” se han despersonalizado tareas que realizadas personalmente tienen otra sustancia y adquieren mayor importancia, como eran consideradas en la antigua Roma: “Intuitu personæ” para significar que las cualidades de la persona en todo acto, “son factor determinante de su celebración”.
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