¡Nos estamos quedando atrás!

Manuel José Álvarez Didyme

El ocio al que nos forzó la Pandemia, está resultando adecuado como para “botar corriente” de frente a un futuro que “no sabemos cómo vendrá ni qué cosas traerá”, como decían nuestras abuelas ante el advenimiento de todo nuevo año, luego de persignarse devotamente y en repetidas veces.
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Incluso para echar una última mirada sobre la suerte que le espera a esta capital, luego de haber visto con algún detenimiento lo que han dejado de hacer los últimos Alcaldes en términos de desarrollo, sobre todo Luis H. y el “patancito del Líbano”.

Y es que en verdad preocupa el confuso panorama que se advierte en el futuro cercano, ante la evidencia del tiempo y las oportunidades que se han perdido en su desenvolvimiento, sobre todo al compararla con urbes de parecido tamaño, con cifras de población semejantes y análogas características socio-económicas. Una ciudad que ya supera el medio millón de habitantes, con desbordado crecimiento vehicular y sin política vial y de transporte, como la que han estructurado otras, y ávida de industria y generación de empleo pero sin inversiones ni plan de ordenamiento territorial alguno, ni de infraestructura y servicios que apuntalen de verdad su progreso como Bucaramanga o Pereira, como una consecuencia del orden cívico alcanzado y el avance logrado en campos como la energía, la tecnología y las comunicaciones.

Dando palos de ciego y sin definir aún su vocación, como sí lo hizo Manizales al acometer la racionalización del uso de su centro histórico simultáneamente con la  consolidación de lo existente como su tradicional Feria, para convocar flujos de visitantes, en busca de su integración a las otras ciudades que conforman el llamado “eje cafetero”, ahora inteligentemente reconvertido en “corredor turístico”, al cual nos han enganchado a última hora, como “vagón de tercera” a falta de otros proyectos.

Sin preocuparnos por construir el tejido social y el orden y la cultura urbana, perdidos por la migración, el desplazamiento y la miseria, como sí lo vienen  haciendo, -pese a presentar parecidas dificultades-, Medellín y Cali y sus áreas metropolitanas, las cuales de lejos están dejando atrás en términos de evolución positiva al resto del país luego de los niveles de degradación a que los llevó el narcotráfico.

Pero no puede bastarnos el diagnóstico, ni la elaboración de una lista de buenos propósitos con base en él para el año 2021 que entra, si no se acompaña con el esfuerzo de procurar su solución por todos los medios, en la certeza de que en ello nos jugamos el bienestar de todos, contando para ello con los diferentes administradores de lo público, sin importar su militancia.

Puesto que la causa suprema es Ibagué y su progreso, apartados de consideraciones distintas a los intereses de la ciudad que es nuestro entorno más próximo y el de nuestra descendencia.

MANUEL JOSÉ ALVAREZ DIDYME-DÔME

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