La muerte de un destacado tolimense

Manuel José Álvarez Didyme


Lo veía con cierta regularidad, bien en las mañanas o en las tardes cuando él arribaba a su oficina, cercana a la mía en cuanto ubicada en el centro comercial Combeima, a la cual no dejó de asistir, en un hábito al que nunca renunció pese a las limitaciones físicas que lo afectaban, debidas a la precaria salud de sus últimos tiempos, y allí recibía su saludo siempre refrendado por un gesto amable y cordial, que contribuyó a que desde entonces me quedara grabada su imagen como la de un hombre amable, laborioso y trabajador, fungiendo como un valioso testimonio de cada una de estas condiciones, y de aquellas mejores gentes que nunca han debido irse de nuestro lar.
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Su vida tan vinculada al Tolima, se confunde con parte de la de nuestro departamento, como que de antaño fue protagonista activo de su desenvolvimiento político, como militante del partido Liberal al lado del expresidente Turbay Ayala y concejal de Ibagué y Carmen de Apicalá, diputado y representante a la Cámara, así como líder de algunos de los desarrollos que la región ha tenido, como la ganadería y los colaterales a esta, pese a haber permanecido por años ausente de ella, radicado en la ciudad de Bogotá en donde se desempeñó como Notario 25, de donde regresó con ánimo de permanecer entre nosotros, en donde definitivamente terminó por echar positivas raíces, tal como se lo ratificaron en buena hora, sus compañeros de Junta Directiva del Fondo Ganadero del Tolima y un grupo de sus allegados y amigos, en el emocionado homenaje que le rindieron y que fue reseñado en oportunidad por este mismo diario en pasada fecha.

Y es que de lo valioso de ese Tolima de antaño ya poco nos va quedando pues se han ido desgranando lentamente sus gentes, al igual que las acciones de acento comunitario que éstos llevaron a cabo.

Sin temor a equivocarnos, podríamos definir a Ismael Eleazar como un ser humano afable, sencillo y de agradable y ameno diálogo, sin alarde alguno de su talento y condición, lo cual sería suficiente para reseñarlo como uno de los varones destacados de esta tierra, sin tener que agregarle su valioso atributo de amigo de sus amigos y hacedor de acciones a favor de la región.

Por tanto, mal podríamos dejar pasar el insuceso de su muerte sin recordar con nostálgico afecto a este gran señor y amigo, querendón de su tierra y con indeclinable vocación de servicio, de aquellos que hoy tanta falta nos están haciendo.

Sus hijos Perla, Pilar, Norma, Luisa Fernanda e Ismael Eleazar así como sus nietos y su familia toda, deben saber cuánto yo y los míos sentimos su desaparición y la reciente de su señora esposa Rosalba, y con cuánto afecto los acompañamos en esta ingrata hora.

 

MANUEL JOSÉ ALVAREZ

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