La música debe ser la empresa más importante del Tolima

Manuel José Álvarez Didyme

La difusión de la convocatoria recientemente hecha por un canal de televisión a los compositores e intérpretes de los diversos géneros musicales de los que actualmente se difunden en el país, con el propósito de promover a nobeles figuras en ese ámbito, nos llevó a reflexionar sobre las ventajas que al respecto y por excelencia poseen las gentes de esta tierra, dados el especial sentido musical y la innata vocación para el arte que tienen los tolimenses, al punto de constituir su principal factor de identidad y el centro de convergencia de los afectos por su terruño.
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Y es que los oriundos de este solar, en especial los ibaguereños, nos hemos preciado siempre de ser “los escogidos hijos de Euterpe”, la musa de la música, y como tal nos presentamos ante el resto de nuestros congéneres como los indiscutidos titulares de esos dones. Y no obstante ello, hemos desaprovechado tan privilegiado dote al no utilizarlo en nuestro propio beneficio y convertirlo, no solo en un elemento fundamental de  atracción turística para nuestra región y como tal generador de empleo e importante fuente de ingresos, sino como un elemento enriquecedor del talento nativo y recuperador de la porción de población que tiende a extraviarse en la violencia y la drogadicción, pues es verdad sabida, -que en el mundo de la educación se consolida cada día más-, que una temprana formación musical contribuye al desarrollo de las redes neuronales indispensables para la inteligencia de las matemáticas, el lenguaje y los idiomas, y que quienes presentan aptitud especial para la música resultan aptos como los que más para alcanzar un destacado desenvolvimiento cognitivo.

Contribuyendo de esta forma a la formación de nuestro pueblo y a elevarle la autoestima y la confianza en sí mismo en el proceso de desarrollo de su niñez y su juventud, con el consiguiente alejamiento del crimen y el vicio, como lo vienen demostrando los programas de rehabilitación de los grupos afectados por estos males sociales realizados dentro y fuera del país. 

Para lo cual la interpretación instrumental y la formación coral para nuestros educandos, deben reincorporarse a los currículos vigentes en la totalidad de nuestros centros educativos, tanto públicos como privados, puesto que han venido siendo reducidos y casi que excluidos, quedando como exóticos contenidos temáticos de los pocos planteles que inteligentemente se siguen negando a renunciar a ellos.

Penosa circunstancia derivada de la precaria atención que los gobernantes de los últimos tiempos le han venido prestando a la formación musical del Tolima e Ibagué, y el desinterés que la ciudadanía en general hasta hoy mantiene, desaprovechando las ventajas tanto competitiva como comparativa, que a través de la marca “Ciudad Musical”, le han otorgado la opinión del país para crear la más importante empresa alrededor de la música, convirtiéndola en factor de desarrollo y propiciador de empleo y colectiva prosperidad.

MANUEL JOSÉ ÁLVAREZ DIDYME

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