Centralismo + inercia local = desempleo y pobreza

Manuel José Álvarez Didyme

Mientras el desempleo decrece en muchas de las regiones de Colombia presagiando el fin de la crisis y el inicio de un nuevo ciclo económico que al parecer y como empieza a advertirse será de recuperación, en predios de esta musical ciudad la tasa de desocupación urbana continúa impertérrita, sin que varíen los altos porcientos que presentaba en tiempos de la prepandemia, los cuales nos mantienen en el preocupante segundo lugar de desempleo, detrás de la empobrecida Quibdó, con un 18.91% y en el primer puesto en desempleo juvenil con un 29.5%, como lo registran los datos estadísticos del Dane en el cierre del año 2021 que recién culminó, siendo lo más grave, que no se advierte  perspectiva de variación positiva alguna.
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Y mientras padecemos con natural alarma esta grave situación, el Banco de la República, sin miramiento alguno, en decisión de sus centralizadas directivas, opta por suprimir su función local de tesorería y anuncia el inminente cierre de la fábrica de “Cospeles” que de tiempo atrás viene funcionando en esta ciudad, todo con la consecuente cesantía del numeroso grupo de trabajadores que allí labora, incrementando con ello las cifras de paro atrás anotadas, en medio del silencio y la inacción cómplices de la dirigencia local, -Cámara de Comercio y Comité de Gremios-; de las principales autoridades, -Gobernador y Alcalde-, y sin que al parecer siquiera lo hayan advertido nuestros actuales representantes en Cámara, Senado, Asamblea y Concejos, ni los que aspiran a sucederlos, entretenidos como se encuentran en sus personales asuntos de mecánica electoral. 


Y todo esto sucede sin que previamente, frente a una decisión de tan grave impacto en la maltrecha economía de un departamento de tanta importancia otrora para el país como el Tolima, se haya pensado en implementar inversión en empresa o política alguna sustitutiva de lo menguado, o en medidas de emergencia como alguna vez ya se hizo, con el fin de paliar el impacto de lo ocurrido en el desenvolvimiento económico regional en la tragedia de Armero, mediante un régimen tributario especial para la inversión que aquí se haga, y/o unas claras acciones de capacitación en los entes de educación pública para los que procuran trabajo en los oficios ofertados por el mercado laboral y para desarrollar competitividad local creando empresa, acordes con lo que en muchos debates sobre educación y desarrollo se ha dicho, sin que nada hasta hoy se esté haciendo al respecto.


Puesto que el paro y el desempleo se combaten con acciones en inversión y educación y al desenvolvimiento se llega únicamente con preparación del recurso humano, pero no de cualquier clase que se imparta esta, sino con la necesaria pertinencia para la real circunstancia local, es decir concordante en un todo con las necesidades del departamento y la ciudad y no como hasta ahora lo ha hecho el gobierno del sector al creer que con el solo incremento de la cobertura la tarea ya está hecha, puesto que además se precisa que aquello que se enseñe en las aulas, desarrolle las competencias requeridas por el mercado.


Porque ya es hora de abandonar esos primeros lugares que de tiempo atrás venimos ocupando en el registro del desempleo en Colombia, pues lo que estamos advirtiendo no nos permite otear el futuro con optimismo, ya que es mucho lo que está por hacerse para derrotar el flagelo, y ¡no hay con quien contar para hacerlo!

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MANUEL JOSÉ ÁLVAREZ DIDYME

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