“Colombia es café o no es”

Manuel José Álvarez Didyme

“Colombia es café o no es” como lo cantara hace algún tiempo el bardo, fué afortunada expresión que continúa teniendo vigencia en cuanto recoge el significado que para el país ha tenido y sigue teniendo el cultivo de la rubiácea.
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Y es que asentado en las laderas de nuestras cordilleras y acogido por la calidad de unos suelos ígneos y metamórficos de excelente productividad, en alturas superiores a los 1.200 metros sobre el nivel del mar y aquerenciado por la apacible brisa, el café, producto de origen etíope, se convirtió por manes del destino y de visionarios pioneros, –al parecer la comunidad jesuítica según lo refieren algunos historiadores-, en nuestra principal industria generadora de riqueza desde el siglo XVIII y hasta nuestros días.

Dando origen además a toda una cultura, responsable de nuestro desenvolvimiento económico y que ha contribuido en alto grado a preservar los escanciados valores de hoy, como que en las tierras del café no han arraigado el narcotráfico y la violencia, pues en esos suelos siguen imperando el amor al prójimo y el temor de Dios como valores supremos de la familia cafetera, a la par con el esfuerzo dedicado, el arraigo a la tierra y la preservación de la naturaleza convertidos en insustituibles rectores del comportamiento.

Sin dejar de progresar en las técnicas de cultivo y manejo del grano dándole, -a la manera de los vinicultores de otras latitudes bien diversas a la nuestra-, valor agregado a su producto, mediante “aprimorados” procesos de siembra, recolección y beneficio hasta lograr las excelsas calidades que hoy son apreciadas y degustadas en el mundo entero bajo la denominación de “cafés especiales” o “cafés gourmets”, dentro de las cuales sobresale el grano cultivado en varias regiones del Tolima, en especial en su zona sur, concretamente en el municipio de Planadas.

Agrupados bajo una eficiente organización gremial de naturaleza federada y verdaderamente democrática como la Federación Nacional de Cafeteros, que desde sus orígenes generó capitalización interna y una mejor distribución de la tierra como sigue haciéndolo, preservó y estimuló el “cómo hacer las cosas” (Know How) y reinvirtió sus rendimientos en infraestructura y el mejoramiento continuo de la actividad.

Misma que hoy molesta al Presidente Petro, quien en su cesarista concepción del poder, olvida que el sector cafetero hace parte del “Sector Privado”, integrado por los campesinos que han construido a golpe de surco la Colombia de hoy, razón más que suficiente para que respete la libre elección que de su Presidente ya hizo el gremio en medio de un Foro libremente escogido, la cual recayó en el huilense Germán Bahamón, máxime cuando desde la casa de Nariño tuvo conocimiento exacto de ello, pues se acompañó la totalidad del proceso de la designación .

Dadas la importancia y la tradición del grano y su peso específico en el conjunto de la economía nacional, el comportamiento del Jefe del Estado para con la agremiación de productores, ha debido regirse por la prudencia y no conducir a la inestabilidad, como la que se provocó con la salida del anterior Gerente; la opinión presidencial debe ser tenida en cuenta y valorarse por los gremios,  pero no constituida en ”una declaratoria de guerra” hecha por Twitter, por lo demás el medio menos expedito para procurarle solución a los problemas institucionales.

 

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MANUEL JOSÉ ÁLVAREZ DIDYME-DÔME

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