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Estos sentimientos propician el movimiento cívico popular del 20 de Julio de 1810 como expresión de gran inconformismo, por las establecidas divisiones sociales, que conformaban una escalada de privilegios y exclusión. La población blanca “peninsulares” eran los propietarios de grandes extensiones de tierra y numerosos esclavos; ejercían el comercio y los oficios burocráticos, a los cuales no tenían acceso los criollos, quienes por demás, cargaban el pecado de la mancha de la tierra (nacido en América) y también la mancha de sangre, cuando establecían uniones, con los aborígenes o los negros, como era el caso de los pardos y mulatos que se les consideraba como infames. Prevalecía el resentimiento en cada una de las clases sociales, en un gran clima de confrontación.
En este panorama muchos personajes de la élite criolla, venían asimilando los procesos intelectuales del siglo XVIII “la Ilustración”, siglo de las luces que caracteriza el espíritu investigativo, como una revolución intelectual, lo cual asumió la juventud Granadina, a quienes se invitaban a “pensar” en relación a las leyes del universo material y de la vida.
Darío Echandía en su documento “Antecedentes intelectuales de nuestra independencia”, comenta: “cuando los hombres adquieren el hábito de reflexionar, sobre las realidades sensibles, cuando se acostumbran a ver demostradas experimentalmente las leyes de la ciencia, tienden a creer que la política, no tiene por qué ser diferente de la biología o de la medicina, y adquieren la propensión a no admitir misteriosas y recónditas razones de estado; piensan que tienen derecho a observar críticamente el gobierno, a discutirlo, a reclamar reformas racionales y técnicas, de la misma manera que pueden analizar químicamente un cuerpo y comprobar en el laboratorio, una hipótesis científica”.
Estos postulados son fácilmente legitimados, si se conoce la influencia del centro de investigación “Expedición Botánica” dirigida por José Celestino Mutis, quien fue abanderado de las ideas de “Libertad”, sus frecuentes tertulias, a las cuales asistía el sabio Caldas y su cátedra en el colegio del Rosario, fueron creando el ambiente, como semillero de ideas de libertad, independencia, igualdad y justicia, características de la mentalidad de muchos de los líderes y próceres de 1810; quienes dieron un primer paso; hacia lo que posteriormente se logró, la ruptura de los lazos vinculantes con España.
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