Expedición 160 años, evocación al Tolima Soberano

María Yolanda Jaramillo G.

Me anticipo, al gran homenaje que se realizará, el próximo 12 de abril con motivo del “Día del Tolima”; dedico esta columna y las próximas, a exaltar con indiscutible importancia, el significado de nuestra región en sus diversos escenarios, como ejercicio de memoria que se convierte en estímulo, para propiciar y consolidar nuestra Identidad Tolimense.
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Definir identidad, cuando hay tantas formas de considerarla, no es nada sencillo, pero si logramos, reconocer y asumir que la identidad, es parte esencial de nuestro Patrimonio Cultural, como activo social que tiene sus raíces en el pasado, que se perpetúa en el presente, a través de la memoria colectiva. La vida humana y espiritual de los pueblos, se dimensiona en las tradiciones, que reflejan su naturaleza, mentalidad, carácter, genio, estilo, en sus rasgos espontáneos, que si se expresan con creatividad e ingenio, se construye el devenir histórico -  cultural de la región, superando el estado primitivo y rutinario de los actos de la cotidianidad humana.  Es igualmente necesario reconocer, que el debate sobre la identidad, en su forma más tradicional, y muy especialmente cuando no se ha superado lo estandarizado como “usos y costumbres =  identidad”, lo cual, limita una visión más amplia del significado del concepto.  Si observamos el paisaje natural que nos rodea, somos hijos de él, este tiene mucho que ver con nuestra identidad, por ejemplo, la llanura tolimense de clima cálido y seco, imprime en el espíritu una gran sensación de libertad y valor; el vasto llano y las altas cumbres oriental y central con sus picos nevados abren paso, dilatando el ancho y prologado valle del Tolima,  por el cual se deslizan, empujado por el propio peso de sus aguas el gran río de la Magdalena descubierto por Rodrigo de Bastidas el 1 de Abril de 1501; el cual se convirtió en la gran Vía de las Naciones Indígenas, cuyos descendientes de la familia Caribe, Panches, Coyaimas, Pantagoras, Pijaos, Paeces y Andaquies, primitivos pueblos en transición, navegaban el río mucho antes de la conquista. Posteriormente el río fue testigo fiel de la fundación y grandeza de sus pueblos ribereños.

Nuestro gran historiador William Ospina expresa: “hablo de una tierra, el Tolima que cifró siempre su orgullo en un alto sentido del valor y de la libertad. Mientras otras regiones procuraban identificarse solo con su origen español; el Tolima exaltó a sus mayores, los Pijaos y los Panches, los hijos del río; los hombres peces y los hombres pájaros, que prefirieron la muerte antes que el yugo” - Manual de Historia del Tolima. 

Hay algo muy significativo, el origen del vocablo Tolima, según el cronista Pedro de Aguado los aborígenes que poblaron la región en su lenguaje denominaban a las cumbres nevadas “Tolima”, al referirse al nevado lo llamaban “tierra de hielo” allí habitaban sus dioses tutelares que vigilaban su comportamiento, entre ellos una divinidad protectora “Dulima”.

Según el historiador Eduardo Santa, “el pueblo que no tiene pasado carece de futuro”; porque la historia de una comunidad es como un árbol que no puede extenderse, ni existir en la mente de los hombres si les faltan raíces.

 

MARÍA YOLANDA JARAMILLO

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