Una mujer de fe

María Yolanda Jaramillo G.

Las realidades materiales son fácilmente constatadas y aceptadas por todos; las espirituales resultan mucho más difíciles de ser reconocidas. El pasado 7 de diciembre se cumplió, la ya, milenaria tradición del iluminar con velas y faroles las vísperas de una gran conmemoración “La Declaración Dogmática de la Inmaculada Concepción de María” la devoción de los fieles hacia la Virgen, viene demostrada desde el siglo III, quienes la invocaban con el siguiente estribillo: “Más que tú, sólo Dios, sólo Dios…”, esta devoción refleja un pueblo cristiano, que no sabe de teología, pero tiene el instinto de la FE, que le hace presentir la verdad, pero muy difícil demostrarla.
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Por ello, fue necesario esperar hasta el 8 de diciembre de 1854, para llegar a la declaración del Dogma, como verdad de FE, por su santidad el Papa Pío IX. La aparición de la Virgen a la pastorcita Bernardita Soubirous en Lourdes en 1858, afirmó el Dogma, al manifestar “yo soy la Inmaculada Concepción”. En el nuevo Testamento los Evangelistas, Marcos, Lucas y Juan, relatan detalles sobre el acontecimiento del nacimiento y niñez de Jesús. Muy especialmente centran la atención en la “Anunciación” por el gran significado del saludo del Ángel Gabriel a María “Alégrate llena de gracia, el Señor está contigo”. Su contenido “Alégrate”, llama la atención, no es el acostumbrado saludo Judío, “Shalom”-  La paz esté contigo, se usa la expresión griega “Chaire” “Alégrate” este saludo del ángel se interpreta como el comienzo del Nuevo Testamento, dando continuidad a la historia bíblica de la salvación. María se convierte en el Arca de la Alianza, la autentica habitación del Señor; su respuesta es un “Sí”, se declara sierva del Señor “hágase en mí según tu palabra”, se da comienzo a la redención, en una mujer de Fe inquebrantable. 

En los escritos bíblicos referidos a María, casi siempre se refieren a ella como “mujer o madre”, termino que expresa en sí mismo admiración, respeto, reconocimiento de su condición femenina, con sus virtudes que le son propias. 

Desde la creación de la Diócesis, la Catedral de Ibagué ha sido consagrada a María, en su advocación de la Inmaculada Concepción. Su primer Obispo Monseñor Ismael Perdomo, siguió las iniciativas del padre Félix Rougier de la Sociedad de María, quien estableció congregaciones marianas, de participación comunitaria. Igualmente María Inmaculada es la patrona del Seminario, donde la devoción mariana es parte esencial en la formación de los seminaristas. 

El próximo 24  de diciembre en el cual se festeja el nacimiento navideño, donde cada año se hace realidad el Misterio de la Redención, asumamos este compromiso de fe, que nos permite hacer realidad el mundo, al que todos deseamos pertenecer.

MARÍA YOLANDA JARAMILLO

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