Deseos para 2013

Es inevitable, en estos primeros días del año, no dedicar unos minutos a reflexionar sobre lo que quisiéramos hacer, o cambiar, en el ciclo anual que recién comienza.

La realidad de las cosas es tan gris, que se hace difícil ser optimista y no queda otra que soñar, o delirar, para esperar un salto cuántico que nos ponga en un camino menos espinoso del que transitamos.

Eduardo Galeano, en “El derecho al delirio”, nos invita a idear un mundo mejor en el que la gente no sea más manejada por el automóvil, programada por la computadora, comprada por el supermercado ni mirada por el televisor, volando con la imaginación y pidiendo cosas como que los economistas dejen de llamar nivel de vida al nivel de consumo y a que “calidad de vida” deje de ser igual a la cantidad de cosas que tenemos. Además, pide Galeano, debería incorporarse al Código Penal el delito de estupidez, que es el que cometen los que viven por tener o por ganar, en lugar de vivir por vivir no más.

Es difícil, lo sé, se corre el riesgo de que terminemos presos, pues tener, ganar, mostrar son los verbos más importantes en todos los idiomas, que la mayoría conjugamos en modo corrupto perfecto, con lo que se demuestra que la crisis no es de las instituciones, de los Estados, sino del hombre, de cada uno de nosotros.

¿Qué hacer? ¿Cómo asumir la vida para caminar bien, derechos, plenos? ¿Cómo esperar líderes que en realidad lo sean y no improvisar dirigentes que arrasen con todo? Los antiguos lo sabían, lo practicaban, y yo se los dejo a ustedes para lo que les pueda servir:

“Era costumbre entre los antiguos, decían, que cuando los reyes querían demostrar sus elevadas virtudes bajo el cielo, empezaban por gobernar y dirigir sus países; pero antes de decidirse a gobernar sus países, empezaban por organizar sus hogares; y antes de organizar sus hogares, empezaban por organizar sus propias vidas; y antes de organizar sus propias vidas, empezaban por sanear sus corazones; y antes de sanear sus corazones, se consagraban a cultivar sus inteligencias para elevarse así a la cima del saber. Y llegar a la cima del saber significa llegar al conocimiento íntimo de las cosas, y cuando llegaban al conocimiento íntimo de las cosas ya quedaban capacitados para pensar bien, luego, sanear sus corazones, poner orden en sus vidas, en sus hogares y, finalmente, para dirigir y gobernar bien a sus naciones”

Credito
JAIRO MARTÍNEZ

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