Requiem por la Corte Constitucional

La escandalosa frase según la cual se debía mantener la corrupción en sus justas proporciones tenía bastante sentido porque denotaba un cierto equilibrio, un cierto balance pragmático, gracias al cual en nuestro sistema político convivían dos mundos: el del clientelismo político y el de la tecnocracia de gobierno.

La escandalosa frase según la cual se debía mantener la corrupción en sus justas proporciones tenía bastante sentido porque denotaba un cierto equilibrio, un cierto balance pragmático, gracias al cual en nuestro sistema político convivían dos mundos: el del clientelismo político y el de la tecnocracia de gobierno. 

El primero tenía sus raíces en la política regional y local, y su cima en el Congreso. Los congresistas (no todos) mantenían su poder electoral mediante el control de burocracia, contratación, y algo de gasto gubernamental (a la manera de los “auxilios” parlamentarios). La tecnocracia reinaba en la rama ejecutivacon profesionales jóvenes urbanos. Un tercer sector, más pequeño, era el de organismos como las altas cortes, a donde se suponía habían de llegar personas sabias llenas de méritos. 

¿Cómo funcionaba el equilibrio? En la medida en que la tecnocracia ejecutiva dispensara a los políticos regionales el alimento que ellos necesitaban, estos últimos se abstenían de interferir en la esfera de gobierno tecnocrática. Se confinaban ellos mismos a su ámbito de acción en la medida en que hacerlo les fuese rentable.

Gradualmente fue perdiéndose este equilibrio. En la medida en que las necesidades del ejecutivo fueron siendo mayores (como las reelecciones), el precio del apoyo político fue subiendo. Es así como muchas entidades técnicas del Estado han venido quedando en manos de caciques regionales. Y es así como otras instituciones, antes caracterizadas por el mérito de sus ocupantes, se volvieron también presa del hambre clientelista. 

Con la mayor tristeza constatamos que esto ha llegado hasta la Corte Constitucional. Fui en años anteriores crítico de la filosofía de algunas decisiones suyas. Pero había al menos una filosofía con la cual discutir. Y en la víspera de la elección de cada magistrado, se discutía sobre sus ideas y sus escritos.

Pero ya llegó allí la sombra de la politiquería. A la Corte donde estuvieron Ciro Angarita, Vladimiro Naranjo y Carlos Gaviria acaba de ser elegido un señor de quien dicen tiene alguna trayectoria académica, pero cuya elección no se debió a esa presunta trayectoria, sino al hecho de que fue quien más hizo cabildeo entre los senadores para que lo eligieran. Viene con el antecedente de haber “olvidado” registrar en su declaración de renta una gran suma de dinero, según denuncias cercana a 500 millones. Al parecer, vamos camino a perder completamente una institución de la cual incluso sus contradictores nos sentíamos profundamente orgullosos.

Credito
ANDRÉS MEJÍA

Comentarios