¡Hasta siempre Mario!

José Adrián Monroy

Tomé la decisión de escribir estas líneas con la intención de hacerle un pequeño homenaje a quien fue un ejemplo de lucha y sacrificio, y obvio, recriminando el por qué, alguien con 27 años, con toda la ilusión y las ganas de superarse, tuvo que irse tan rápido de este suspiro que llamamos vida. Conocí a Mario Bran en su aspiración al Concejo de Ibagué, no fue hace mucho, pero fue el tiempo suficiente para darme cuenta que era un hombre sencillo, humilde, alegre, con un corazón forjado por las adversidades y con una nobleza que reflejaba la bondad de su alma.

Fue uno de los mejores bachilleres del Colegio San Simón, se hizo abogado en la Universidad de Ibagué con media beca que sostenía por sus calificaciones y el resto lo pagaba con los ingresos obtenidos por su trabajo como vendedor ambulante. Su negocio principal era una popular “chaza”, ubicada justo al frente de la clínica Asotrauma en el barrio Cádiz. Su vocación de servicio lo llevó a liderar la causa de los vendedores informales de la ciudad, logrando ser el presidente de su asociación.

Fue dos veces candidato al Concejo municipal; hace cuatro años por el partido Opción Ciudadana y en esta última por el partido Conservador teniendo el eslogan de campaña: “Endulzando a Ibagué”, precisamente representando el oficio y a la población a la que tanto le debía.

Todo esto lo afrontaba siendo paciente renal, su otra gran batalla, pues tuvo que lidiar, como infinidad de personas en este país, con las inclemencias de un sistema de salud deficiente, precario e indolente, que lo sometía a un proceso diario de diálisis sin ningún tipo de acompañamiento médico que pudiera verificar su correcto procedimiento, y que al final, resultó siendo su último instante de vida, conectado a un aparato para tratar de sobrevivir.

Mario Bran fue un gran ser humano y la mejor prueba de que no hay obstáculo insuperable desde que se actúe con la convicción de tener la claridad de lo que se quiere, que con disciplina y cariño cualquier problema por grande que sea, se convertirá en un simple bache. Estoy convencido, que Dios le tiene reservado un lugar al que solo van los hombres buenos. ¡Hasta siempre Mario!

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