Ser líder en crisis

Óscar Barreto Quiroga

Ya había escrito en alguna de mis columnas sobre que es “ser líder”, aquella vez describía ciertas características fundamentales como el trabajo, la disciplina, el sacrificio y otras, que en gracia suma deben tener quienes ejercen un liderazgo.
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A lo largo de la historia muchas han sido las expresiones de liderazgo en la humanidad en todos los ámbitos, algunos dados en circunstancias favorables, otros formados en circunstancias difíciles, algunos rondaron la muerte, pero los grandes lideres de la historia, los que han trascendido, son aquellos que han demostrado en las crisis, su inmensa capacidad para conseguir que los problemas, las debilidades y las amenazas, se conviertan en grandes oportunidades.

Tenemos una sociedad para cambiar muchas cosas, una sociedad que contiene unos excesos de libertades, sobre todo cuando se trata del respeto por el otro, donde se trasgreden las expresiones de construcción humana, social y en muchos casos legal, una sociedad que adolece de formación ciudadana, de allí tan fácil la polarización que agita los ánimos, alimentando los odios, por desconocimiento, ideologización o pasión; ese contexto socio político debe ser conocido por los verdaderos líderes, para la solución a los problemas de la crisis.

El líder en crisis debe ser audaz, priorizar, impulsar y motivar el trabajo en equipo, para resolver los problemas a muy corto plazo con tareas precisas y fechas pactadas, debe reconocer los errores, establecer unos canales abiertos de comunicación y participación hasta con sus propios contradictores, pues ellos también pueden ser victimas de la crisis y potenciales aportantes a la solución, el verdadero líder en crisis, va a la acción.

Humildad, disciplina y capacidad de resiliencia, son preceptos que deben tener y potenciar los lideres en cualquier crisis, muy importante la convicción sobre el bien común, el concepto de equidad y la mirada con sensibilidad social a cada decisión, ponerse en los zapatos del otro, sentir su dolor, su decepción, su tristeza y hasta su rabia, es una tarea diaria y esencial, “tomarle permanentemente el pulso al país” como decía el presidente López.

Soy un convencido que en las crisis es donde están las grandes oportunidades y soluciones, que no son para siempre, que mientras duran, nos llevan al estado de reflexión y construcción, para ser mejores personas, y aportantes a la construcción de un mejor país.

ÓSCAR BARRETO QUIROGA

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