El fatal consumismo

Óscar Barreto Quiroga

El modelo económico que impone monopolios, nos ha llevado a unas actitudes desaforadas de comportamientos negativos, desde lo colectivo y que afecta sin duda el comportamiento individual, destruyendo ya hace mucho rato, unos criterios que deben prevalecer en nuestros ciudadanos, en nuestras familias y por su puesto en el país: la austeridad, la planeación, el ahorro y el manejo adecuado del presupuesto.
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La mayoría de nuestros ciudadanos y sus familias se convirtieron en esclavos, víctimas del consumismo, entes reaccionarios, direccionados por las modas, las tendencias y las megatendencias.

Se volvió más importante “la promoción, el descuento” el televisor más grande y de mejor tecnología, el teatro en casa, la lavadora o la nevera inteligente, el celular de moda cambiante cada 4 meses, que el ahorro para pagar la matrícula del hijo en la universidad ahora o cuando tenga la edad, o la previsión de una enfermedad o una contingencia grave como esta pandemia. Nuestra sociedad está enferma, atrapada en un laberinto que le cerceno la comunicación crítica, la capacidad de análisis, la capacidad de reflexión, sin darnos cuenta hemos perdido uno de los mayores valores de la humanidad que es la libertad. Bien diría Pepe Mujica, “No podemos ir al supermercado a comprar vida, la vida se gasta” y la estamos gastando creyendo que somos felices, por Dios, es una falsa felicidad, efímera, fugaz y transitoria, una felicidad que no siembra nada.

Tomamos mucho más de lo que necesitamos, compramos más de lo que requerimos y sin darnos cuenta nos causamos daño, lo causamos a nuestras familias, al medio ambiente, a las nuevas generaciones y al equilibrio que debe existir en una sociedad sana, que solo consuma lo que necesita y no lo que la excita. Debemos orientar un tránsito hacia un cambio de vida y mentalidad, que nos defina claramente el concepto de felicidad, los límites materiales, los límites de consumo en todos los campos, un cambio que nos haga más nacionalistas, con mayor aprecio por lo sencillo, donde razonablemente nos demos cuenta, que siempre menos, es más. Tenemos una gran oportunidad de mejora que podemos y debemos aprovechar.

ÓSCAR BARRETO QUIROGA

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