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Lo anterior ejemplifica lo que no se debe hacer y lo que se debe hacer, la diferencia está en el conocimiento y la experiencia, que marcan la voluntad en el deber ser y añade al querer ser, un grado de persuasión mayúsculo para ajustar la voluntad, que conlleva a hacer lo correcto, lo legal y lo justo; lo que algunos llaman “lo políticamente correcto”. La ignorancia en la política y en lo público ha hecho mucho daño a nuestra sociedad, en Colombia en el sagrado ejercicio de las libertades democráticas, se han elegido y están en ejercicio de lo público analfabetas, gente sin experiencia, sin conocimiento, con unos intereses, que son sus intereses, no los dé una ciudad o un departamento y peor, sin vocación política, esa que en esencia significa trabajar para servirle a los demás. Es tal la ignorancia en la política, que no se respeta al otro, sus derechos, permanentemente en varias instancias de lo público se cometen las más aberrantes acciones de hecho, que atentan contra las personas y las instituciones sin sonrojarse. Muchos de los que se eligen popularmente empiezan y terminan sus periodos sin conocer las funciones de su cargo, otros confunden y distorsionan su oficio dedicándose a los asuntos clientelares o para satisfacer sus vanidades e intereses, de esos sí, que hay muchos en la política.
La crisis del conocimiento en la política y lo público, debe ser una de las vistas mayores del escrutinio de la gente, no podemos seguir en la equivocación de elegir por emoción, nuestra sociedad debe avanzar en la formación para el análisis, la capacidad de comunicación crítica y una sociedad con más énfasis en formación ciudadana, para no seguir siendo víctimas de aquellos que disfrazados de defensores o líderes de causas sociales, tapan su ignorancia.
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