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Esta pandemia es un drama mundial de incalculables proporciones, presidentes de grandes potencias como China, Estados Unidos, Alemania, Francia y otros países, no han podido contener en términos de la medicina y la economía, las devastadoras consecuencias del COVID-19.
En Colombia, como en otros países, la voluntad del gobierno nacional y de los gobiernos regionales y locales, ha sido inmensa tratándose de hacer lo mejor, todos sin exclusión han hecho desde su capacidad y voluntad, lo que han creído mejor para los ciudadanos, han soportado los embates de esos “sabios” que desde la tribuna critican y critican, se ideologizó y politizó la lucha contra la pandemia, me entristece leer y escuchar voces queriendo muertos y tragedias, solo para que a uno u otro gobernante le vaya mal.
Por eso quienes conocemos lo público y quienes, por supuesto entendemos desde la experiencia y el sentido común esta pandemia, sabemos que estas son épocas de unidad y respeto por la institucionalidad, de tener solidaridad con el presidente, los gobernadores y alcaldes, que enfrentan este fenómeno nuevo y mundial.
La pandemia no puede utilizarse como un instrumento político o para la política electoral, sería mezquino hacerlo, inapropiado y deshonesto. Sigo rogando a Dios y a la ciencia encontrar el camino para pronto salir de esta terrible realidad, a los ciudadanos que no han tenido el comportamiento adecuado, tomar conciencia sobre las enormes consecuencias de la indisciplina social, que acrecienta problemas en la vida y la economía de nuestro país. Pronto veremos la luz al final del túnel, mucho de esa realidad depende de la responsabilidad y el buen comportamiento de los ciudadanos como individuos e integrantes de una sociedad.
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