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La democracia real, que garantice la participación de los ciudadanos, deberá prevalecer por encima de los intereses individuales y de cada campaña para darle paso en medio del debate político a la esperanza de un país que quiere recuperar la dignidad, salir de la pobreza, imponer la equidad y donde se deben generar oportunidades para todos, sobre todo para los que menos tiene. Hoy deberá refrendarse la democracia participativa, la expresión popular, la expresión de todos los sectores de la sociedad colombiana que, pese a las diferencias, deberemos encontrar consensos para construir el país que necesitamos, el que queremos y soñamos.
La paz se consolida en la medida en que logremos superar los altos índices de pobreza, establecer la universalidad de la educación gratuita, arrancar de las garras de los oligopolios la salud, convertir en tierra de propietarios las grandes extensiones de tierra que aún son tierra de nadie, para volverlas productivas en medio de la dignificación de nuestros campesinos para volverlos empresarios agrícolas, la democracia real se consolida en la medida en que respetemos las diferencias y construyamos el “gran acuerdo sobre lo fundamental”.
Sí o sí, Colombia debe cambiar, sea el presidente que sea, debe asumir las realidades inocultables de nuestro Estado Nación, es decir debe haber una conexión real de las transformaciones del Estado con la gente, insisto en que no pueden tomarse decisiones desde los fríos escritorios bogotanos, sin contar con la realidad de los territorios, los consensos para determinar y legitimar el nuevo país deben prevalecer por encima de los intereses de unos pocos.
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