No más imprudencias

Como consecuencia de los desmanes de algunos pocos motociclistas durante la celebración de los triunfos de la selección Colombia, fue necesario que en Ibagué y otras ciudades del país, se restringiera el uso de estos vehículos durante el último partido. La medida cumplió su objetivo: proteger a los ciudadanos. Y aunque para algunos fue exagerada, podría ser el punto de partida para empezar a poner drásticos controles para evitar que unos pocos motociclistas que empañan el buen comportamiento de la mayoría, sigan causando tragedias en las ciudades colombianas.

Según un diario de circulación nacional, mientras que el promedio mundial de muertos en accidentes de tránsito que se movilizaban en motocicletas es del 25 por ciento, en Colombia esa cifra asciende al 44 por ciento, y casi al 50 por ciento en cuanto al número de heridos en este tipo de accidentes. Incluso, según informes territoriales de accidentalidad, hay ciudades en los que más del 90 por ciento de los vehículos implicados en accidentes de tránsito corresponde a motocicletas. Adicionalmente, según el fondo de prevención vial, casi la mitad de los peatones muertos han sido atropellados por motos.

Estas preocupantes cifras son el reflejo de las imprudencias de algunos motociclistas que incluso siendo gente buena y responsable en su vida cotidiana, al conducir se transforman en pilotos arriesgados que parecen no temerle a nada: conducen en zigzag en todo tipo de vías y a altas velocidades; no acatan la prohibición de cargar pasajeros menores; utilizan cascos que no cumplen los requisitos de seguridad; y, adelantan a los demás vehículos sin tener ninguna precaución de distancia. Todo esto exacerbado por el excesivo número de motocicletas que transitan por las ciudades colombianas, que el año pasado llegaba a casi cinco millones, y que viene creciendo en más de 600 mil por año.

No obstante, el problema no es que haya muchas motocicletas, ya que sin duda este es un medio utilizado por millones de colombianos, quienes se favorecen de que en la mayoría de ciudades no tienen pico y placa, no pagan peajes, no pagan impuestos en algunos casos, y por supuesto funcionan con muy poco combustible. Sin embargo, en aras de proteger la vida e integridad tanto de los motociclistas, como del resto de ciudadanos, en especial los peatones, es hora de pensar en introducir medidas efectivas que contribuyan a disminuir los preocupantes niveles de accidentalidad y fatalidad causados por este tipo de vehículos. Varias podrían ser las propuestas: implementar la medida de pico y placa en ciudades con exagerado aforo de motocicletas. Aumentar los controles para otorgar licencias de conducción. Y tal cual como se logró disminuir los niveles de conducción en estado de embriaguez, incrementar duramente las sanciones y multas económicas por conducción temeraria e imprudente, transporte de niños, uso de cascos indebidos, y todo tipo de prácticas que pongan en riesgo a conductores, pasajeros y peatones. Por supuesto no se trata de desestimular el uso de las motos, ni mucho menos de afectar a sus millones de usuarios, pero es hora de actuar, ante los ya excesivos casos, que como en la celebración del triunfo futbolístico, terminaron en graves lesiones e incluso la muerte de compatriotas.

Credito
CÉSAR PICÓN

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