Una centuria sin Lenin

Rodrigo López Oviedo


Hay en el título de este comentario una intención, pero también un riesgo. La intención de resaltar la figura de Vladímir Ilich Uliánov a 100 años de su fallecimiento y el riesgo de que se entienda que con su partida desapareció su reconocida influencia en los destinos del proletariado mundial.
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Deseando que no sea el riesgo lo que prime, señalemos que este 21 de enero se cumplio efectivamente una centuria de la desaparición de este, el líder más importante del proletariado mundial, dirigente máximo de la primera revolución triunfante de obreros y campesinos y fundador del primer estado socialista, la Unión Soviética.

Vladímir Ilich Uliánov, Lenin, desde muy joven abrazó las tesis marxistas como camino para resolver los problemas derivados del capitalismo, aunque elevados a niveles superiores en su país, el de menor desarrollo en Europa.

Era tal el atrazo que sacar a Rusia del capítalismo y enrutarlo hacia el socialismo era visto como un despropósito, pues una lectura rápida del marxismo no daba para que tales trasnsformaciones pudieran darse. Con un capitalismo incipiente, también era incipiente el proletariado y, por ende, escazas las fuerzas llamadas a encabezar el proceso.

Lenín partía de una interpretación distinta. Consideraba que la revolución en Rusia serviría de incentivo al alzamiento del proletariado europeo, lo cual daría lugar a que la revolución se viera rodeada de mejores condiciones para su desarrollo, incluidos los respaldos solidarios del proletariado de estos otros países.

El desafortunado estallido de la I Guerra Mundial le generó mayores dificultades al proceso: ni se dieron otras revoluciones, ni afloró la solidaridad deseada y, por el contrario, ese proletariado, inducido por la burguesía, prefirió poner por encima de sus principios de clase un patrioterismo miope que lo llevó a sumarle fuerzas en tal guerra a las de sus respectivos paises.

No obstante, en medio de la conflagración, Lenin y su partido conservaron firme, hasta el triunfo, la decisión de mantener la lucha revolucionaria al lado de los trabajadores, que ya habían comenzado a organizar soviets y a desarrollarlos al calor de la sabia consigna de Lenin: “Todo el poder a los soviets”.

Las miles de dificultades surgidas de este tránsito revolucionario no fueron óbice para que el sueño leninista se viera coronado con el triunfo y 70 años de socialismo en la URSS y otros países del mundo.

Esto hace muy merecido el homenaje a Lenin en estos 100 años de su ausencia vital, pero también de inmensos agradecimientos en los corazones de los trabajadores del mundo que reconocen en él a su máximo dirigente y a la figura más cimera de los siglos XX y XXI. ¡Gloria Eterna!

 

Rodrigo López Oviedo

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