Que nuestro clamor llegue a la presidencia

El fin de año es propicio para hacer evaluaciones, entregar informes de gestión o rendición de cuentas. Hacer un alto para identificar en qué porcentaje y hasta qué punto se pudo alcanzar lo planeado, las metas programadas.

Si damos una mirada a nuestro país, las expectativas a lo largo del año, frente al conflicto armado y el posible alcance de la anhelada paz, vienen creciendo sin que los colombianos en buen porcentaje, crean que realmente esto pueda cristalizarse, más aún cuando las consecuencias del conflicto sobre la población civil son de un impacto negativo tan alto, que incluso deben abandonar sus tierras y dedicarse a recorrer las calles  de nuestras ciudades, en búsqueda de subsistencia.

Nuestro país, ha sido víctima por la presunta negligencia de sus gobernantes y ha permitido que nos priven de un promedio de 79 mil kilómetros cuadrados de mar, como resultado del fallo de la Corte de la Haya.      


Solo de esta manera, nos hemos enterado que el gobierno dio una mirada benigna a San Andrés y Providencia y ahora sí se ha pronunciado, pero es incoherente, aceptando que compañías de Brasil y China hayan comprado a la fecha, algo más de 400 mil hectáreas nuestras, hecho que nos llevará a ampliar el desierto en nuestra tierra.


El modelo utilizado para la restitución de tierras no ha dado resultados positivos para las víctimas. ¿Cuándo se podrán entregar tres millones de hectáreas usurpadas por grupos al margen de la ley entre otros?, tal vez dentro de dos generaciones. Pero sí se puede hablar, de 39 millones de hectáreas entregadas a las grandes empresas mineras; esto es un fenómeno totalmente inverso.

 
La locomotora Agroindustrial nos puede llevar a convertir en una región desértica. Es lamentable reconocer que donde hay recursos mineros, llega el temor por la gran posibilidad de pérdida del agua entre otras;  ¿dónde está la mirada protectora a los Derechos Humanos, los derechos de las mujeres, de la población vulnerable?.  

No siento que esas políticas sean reales, los discursos políticos y teóricos no se llevan a la práctica, se quedan decorando anaqueles y memorias que harán parte de la arqueología de las “buenas” intenciones.


El balance del año a nivel nacional en materia de paz y de tierras es insatisfactorio. Mi pregunta: ¿Qué vamos a hacer, seguimos en la indiferencia?  


La población entera debe tomar postura crítica para exigir respeto por la tierra, despertar sensibilidad ante la decisiones que parecieran no importarnos porque no somos campesinos y no nos duele el dolor de los nuestros, es urgente que levantemos nuestra voz de protesta en pro de una política benigna que verdaderamente incremente nuestro desarrollo y no el desarrollo de las grande multinacionales extranjeras que acallan con pequeños patrocinios y obsequios a la población.


Que no nos vaya a ocurrir lo planteado por el poeta Martín Niemoller:  “Primero se llevaron a los comunistas, pero a mí no me importó porque yo no era; enseguida se llevaron a unos obreros, pero a mí no me importó porque yo tampoco era; después, detuvieron a los sindicalistas, pero a mí no me importó, porque yo tampoco soy sindicalista; luego apresaron a unos curas, pero como yo no soy religioso, tampoco me importó; ahora me llevan a mí, pero ya es tarde”.

Credito
INDIRA ORFA TATIANA ROJAS OVIEDO

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