Un problema de salud pública

Indira Orfa Tatiana Rojas Oviedo

Es grave el problema de salud pública producto de las pésimas normas de higiene y prevención en la manipulación de alimentos que se ofrecen en muchos restaurantes, cafeterías, panaderías, heladerías, ventas callejeras de frutas, jugos, entre muchas otras.

Afortunadamente ya se iniciaron las visitas de inspección y vigilancia para notificar las primeras sanciones para una panadería de gran trayectoria en la ciudad. Un aplauso para la Alcaldía de Ibagué y la Secretaría de Salud.

Estoy segura que la verificación de los estándares de calidad, son objeto de desarrollo del Plan de la Secretaría de Salud, al cual deben aportar los ciudadanos a través de las respectivas denuncias, si realmente se desea contribuir a habitantes más sanos y con menos número de incapacidades laborales producto de diarreas y gastroenteritis bacterianas, después del consumo de alimentos contaminados.

Me pregunto, ¿cuántos empleadores tolimenses, exigen o garantizan certificación de curso de manipulación de alimentos, a quienes son vinculados a negocios de esta naturaleza? Porque es impresionante observar que no se cuenta en los distintos establecimientos, con las normas de higiene, comenzando por el porte de uniforme, el uso de tapabocas, guantes, zapatos adecuados; personal distinto para cumplir funciones exclusivas en la caja donde cancelan los pedidos de los clientes.

La Organización Panamericana de la Salud es clara en las normas que se deben implementar, sin embargo, para el caso del Tolima e Ibagué, el impacto negativo se evidencia en casos de enfermedades gastrointestinales, lo cual es mayúsculo, sin que a quienes carecen de respeto por la salud de los otros, se les imponga sanciones pecuniarias, cuando por omisión están atentando contra el derecho fundamental a la vida, por la conexidad que tiene con la salud.

Las empleadas del servicio doméstico, que cuentan con todos los derechos y garantías laborales, tienen el deber de proteger la salud de las familias donde se desempeñan. Lo común es que lleven de sus hogares, hábitos de higiene poco aceptables, a sus lugares de trabajo.

Es alarmante observar la poca costumbre de lavarse las manos, y el desconocimiento de un verdadero proceso de desinfección que aparentemente es un hecho trivial, pero que protege la salud individual y pública.

Es necesario, que las secretarías de Salud Municipal y Departamental, continúen con un plan permanente de inspección y vigilancia, y los invito muy especialmente a que visiten los locales donde venden los helados y ponqués, iniciando por aquellas ubicadas en los centros comerciales, que funcionan en las plazoletas de comida, donde desconocen el significado de higiene, y las mínimas normas de manipulación de alimentos y su obligación de garantizar la salud, a los niños y adultos.

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