¿Somos el país más feliz del mundo?

Indira Orfa Tatiana Rojas Oviedo

Que Colombia vuelva a ocupar el primer puesto en el índice de felicidad en el mundo, es curioso, cuando los rostros de muchos colombianos se observan adustos, adoloridos, apesadumbrados, casi cuentan el sumario simplemente con verlos. Podría decirse que muchas veces tienen “cara de lágrima”.

Sin embargo, el estudio realizado por el Barómetro Global de Felicidad y Esperanza en la Economía, efectuada por el Centro Nacional de Consultoría, señala que el 87 por ciento de la población colombiana es feliz y que el índice de felicidad global para Colombia es de 85 por ciento, que lo ubica en el primer lugar entre 68 países. Encontrando que la mitad de los 10 países más felices del mundo están en Latinoamérica. Es el resultado de la encuesta realizada a 66 mil 40 personas y en Colombia incluyó mil encuestados en Bogotá, Medellín, Cali, Barranquilla y Bucaramanga. La Red Win es la responsable en todo el mundo.

Aún cuando este resultado puede analizarse con espíritu crítico, quiero verlo por el lado positivo, e invitar a que cada momento sea para la felicidad, disfrutando de cuanto se tiene y buscando el cumplimiento de metas, de ingresos o mayores ingresos económicos, que configuran un principal factor de felicidad; el disfrute del matrimonio y los hijos. Es tan sencillo tener un hogar feliz, sin embargo el índice de divorcios y dificultades con los hijos va en incremento, es increíble que no se logre la armonía en una institución fundamental como lo es el hogar y la violencia intrafamiliar sea noticia cotidiana.

La idiosincrasia afecta los miembros de la pareja y por lo tanto los comportamientos lastimeros, pesimistas, poco emocionantes, generan un clima emocional de inconformidad, insatisfacción e infelicidad, a pesar de las condiciones socioeconómicas de las cuales se disponga.

La situación económica, según Carol Graham, es otro factor que incide en la felicidad, sin embargo muchos adinerados o personas estables económicamente no alcanzan la felicidad, frente a familias sencillas y humildes que cuentan con escasos ingresos, pero que tienen la capacidad de hacer del encuentro en la mesa, un momento de fiesta.

Los sujetos que disfrutan cargos de prestigio, o con un trabajo estable, son más felices, pero, se escucha con frecuencia queja e inconformismo por el trabajo que se desempeña, prestando un mal servicio, sin recordar que se hace parte de una nómina de afortunados que no tienen que pensar en levantarse a buscar el diario para su sustento.

El optimismo hace personas más felices, aquellas que creen posible el alcance de logros y lo reflejan en sus actos y comportamientos, en búsqueda de ellos. Pero los pensamientos negativos afectan poderosamente el entorno, entorpecen el clima nutritivo familiar e irradian odios y vida miserabilista, que poco contribuye a la felicidad, afectando incluso un valioso tesoro llamado salud.

Bien dice Desiderata: “Esquiva las personas ruidosas y agresivas, ya que son un fastidio para el espíritu… Y sean cualquiera tus trabajos y aspiraciones, conserva la paz con tu alma, en la bulliciosa confusión de la vida.

“Aún con toda su farsa, penalidades y sueños fallidos, el mundo es todavía hermoso; se cauto, esfuérzate por ser feliz”.

Para el Dalai Lama, “la felicidad puede ser un estado permanente en los seres humanos y se puede lograr con el desapego y la compasión que nos permiten cambiar nuestra forma de ver el mundo y liberarnos del sufrimiento.” Y para Platón “Estado de ánimo de la persona que se siente plenamente satisfecha por gozar de lo que desea o por disfrutar de algo bueno”

¿Qué hace cada colombiano por el alcance de la felicidad?

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