La evaluación que hace el Consejo Nacional Privado de Competitividad sobre el desempeño anual de los departamentos con el apoyo de 41 organizaciones no gubernamentales tiene credibilidad. Sirve para tener claridad sobre cómo hemos estado y cómo estamos ahora en el Tolima en cuanto a desarrollo social y económico, con base en los indicadores de 74 variables, agrupadas en pilares y factores.
Es necesario que como ciudadanos, conozcamos los datos del perfil del Tolima, correspondiente al año 2017, pero es más imperioso aún, para quienes están aspirando a cargos en el Ejecutivo y en las corporaciones públicas en las elecciones que se avecinan.
En el puntaje de 1 a 10, el Tolima ha tenido una evolución lenta, casi de sostenibilidad desde el año 2013, cuando el índice de competitividad fue de 4.06 hasta el 2017, época en la que se calcula en 4.32. Entonces, en el ranking de competitividad, nuestro departamento estaba en el puesto 18 en 2013 y el año pasado, entre los 32 departamentos, incluyendo Bogotá.
Ha sido una constante ubicarnos en el punto medio de la tabla o por debajo en algunos factores. También se ha vuelto repetitiva la ubicación de los departamentos vecinos, por encima del Tolima. ¿Qué hacen distinto los gobernantes y ciudadanos de Quindío, Caldas, Risaralda, Cundinamarca y en algunos factores Huila, para ubicarse en mejor posición que el Tolima?
De los tres factores que el Consejo de Competitividad tiene en cuenta, al Tolima le va bien en el factor “Condiciones básicas” para su desarrollo, en cuanto en el 2017 ocupó el puesto 15 entre los 32 departamentos.
Hay que destacar como positivo que en el “pilar” de Educación Básica y Media, el Tolima ocupa el puesto noveno, constituyendo la posición más alta entre 26 departamentos evaluados en estos aspectos. Se ha crecido paulatinamente desde el año 2013 cuando ocupó el puesto 12 y ascendió dos puestos entre el año 2016 y el 2017 (11 en el 2016 y 9 en el 2017).
En el factor de “Sofisticación e Innovación” ocupa el puesto 16 y el puesto 13 en el pilar de investigación, a lo cual contribuye significativamente la Universidad del Tolima. Institución que merece seguir siendo objeto de especial atención para que siga impactando en la región y en el país con sus dos modalidades, presencial y distancia como uno de los grandes proyectos sociales, que impone la tarea de defensa permanente y que debe seguir siendo prioridad en el plan de nuestros mandatarios.
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