Autonomía circense

Sinforoso

La palabra “Autonomía”, constituyó uno de los principales ideales de la ilustración, y ahora la vuelven una reliquia barata para delinquir, o hacer el oso, en nombre de una modernidad que no encontró cobijo en nuestro Tolima feudal.

En días pasados, en nuestra universidad pública, tan acostumbrada a los jíbaros, las ollas, y las picarescas muestras de indisciplina de algunos miembros de su comunidad académica, no se permitió el ingreso de la comisión del MEN, que debía cumplir con su función reguladora. Tal atropello tuvo como excusa liviana, el vulgarizado derecho a la autonomía universitaria.

¿Qué entiende por “Autonomía”, la curiosa comunidad académica? Seguramente no se están refiriendo a los ideales kantianos, desde los cuales, un sujeto es capaz de autorregularse, someterse a las propias reglas y leyes que se ha impuesto a sí mismo y que nacen de la razón; es decir, que no son leyes sacadas del bolsillo y pegadas con babas, sino imperativos categóricos universales.

Definitivamente la “autonomía universitaria” que alega con tal vehemencia el triunvirato triestamentario, está bastante lejos de cualquier ideal ilustrado. De nuestra benemérita alma máter, sabemos que ocupa los últimos lugares de calidad en el país, que tienen asambleas permanentes de manera constante, es decir, que suspenden y capan clase continuamente, no por discusiones de calidad académica, sino movidos por ese acerbo político ideológico que hace parte de su “particular misión” formadora. También sabemos, que si alguien desea conseguir cualquier tipo de droga, puede ir a esa gran olla en la que se ha convertido, donde fluyen las marchas canábicas como nuevas líneas de pensamiento; y cuando llega un equipo de orden nacional, a revisar los estados financieros, reclaman el derecho a su autonomía… ¿Eso no es un circo? Una lástima que no se conozca mucho de sus logros académicos (que no son pocos).

Para colmo de males, el día de ayer salió en defensa de la labor del rector, el senador Guillermo Santos. ¡Qué boleta! Eso es como pedirle a Garavito que defienda al Señor Otálora. No es un secreto que todas las entidades públicas (y lamentablemente algunas cámaras de comercio y cajas de compensación), han sido permeadas para convertirse en patéticas billeteras de los partidos políticos tradicionales, para librar sus campañas proselitistas. La defensa del senador fue una clara demostración del interés del Jaramillismo, de impedir que el Barretismo tome el control de la UT, ad portas de las elecciones para congreso.

¿No son ingenuos esos grupos de muchachitos desordenados y traviesos, que usan papabombas, letreritos, y consignas? ¿No se sienten idiotas útiles cuando enfrentan una comisión ministerial en nombre de la autonomía, y realmente ni saben ellos mismos qué intereses están resguardando? ¿No les da tristeza instruirse con tanto panfletico comprimido de izquierda, en una universidad que a la fecha, es un bastión Jaramillista, que lucha por no convertirse en trinchera goda en las próximas elecciones?

“Autonomía”: ¡Qué risita! “Vocación de poder de la izquierda”: ¡Qué triste caricatura! Clientelismo y refugio de la política partidista más ramplona y básica que existe: ¡Qué boleta!

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