Una niña cruel

Siempre llega danzando entre los vientos Alisios que vienen del Este a reposar sobre las superficies marinas de la zona ecuatorial.

Su aparición es irregular, por eso nos sorprende y sólo nos damos cuenta de que está entre nosotros, cuando la fría brisa que exhala su cuerpo nos envuelve en un abrazo estrangulador que nos atrapa por meses y hasta por años enteros. Igualmente, su partida es silenciosa y entonces podemos mirar el firmamento sin sospechas y sin temores.

No sabemos su nombre; sólo la conocemos por su apelativo y sus actos, por su actitud casquivana y por la forma despiadada con que se lleva a los hombres a las moradas acuosas, donde retoza con sus cuerpos hasta abandonarlos exánimes y lacerados, llorando por su virilidad vulnerada y despojados de toda posibilidad del reencuentro con la vida.


Se dice que desde la misma antigüedad se aparece por las costas del Pacífico, pero sólo en 1989 recibió su bautizo y ese apelativo de 'La Niña' se convierte en una ironía, porque carece de inocencia e ingenuidad y sabe muy bien que un grito suyo despierta tempestades, que en una de sus “pataletas” acumula las tormentas suficientes para precipitar su llanto.     Dicen, también, que su comportamiento es el resultado de una larga venganza por las múltiples violaciones que le han infringido a su prima, la Tierra, pero nadie ha podido sorprenderla descansando de las tristes faenas de la destrucción, para preguntarle por los motivos de su rabia y tratar de aplacarle sus ímpetus.


'La Niña' danza de noche y de día, aunque prefiere la oscuridad para impedir que se fuguen sus presas y poder cantar sobre la desolación, los himnos fúnebres de su ritual. Por estos días, ella ha hecho que repitamos palabras extrañas y que sólo veamos en las pantallas la homogénea imagen de sus desastres, que roguemos por que los jarillones no sean  rebasados, que los diques no se rompan, que disminuya la pluviosidad, que las ciénagas no se desborden y que no aumente  la afectación de miles de colombianos que vuelven a sentir el horrible sabor de la miseria en cada amanecer.


Ella es experta en ganarse enemigos y hasta el Presidente de Colombia la tilda del “Karma de su mandato”, pero ella no da tregua, bien sabe que su reinado tendrá que suspenderse en los próximos meses, mientras tanto la muy perversa, en alianza con su prima, acaban de llevarse entre sus garras, en una vereda de Herveo, a Diana Paola, María Mercedes, Zuleima, Marta, Luisa Fernanda, Erika Juliana y Leidi Johana, cinco humildes mujeres y dos niñas, que nada habían escuchado de la danza macabra y frenética de esta manifestación natural, convertida en asesina.


(*) Profesor titular UT


Credito
LIBARDO VARGAS CELEMÍN (*)

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