La urdimbre de la red

La discusión de los proyectos de ley denominados con las siglas Sopa y Pipa, por parte del Senado y la Cámara de los Estados Unidos

 y que buscan atacar la piratería on line y proteger la propiedad intelectual, destapó una polémica mundial entre quienes defienden los derechos de autor y los que reclaman la libertad absoluta en la red.

El bloqueo realizado por importantes páginas web como Wikipedia, logró el aplazamiento de las discusiones. Sin embargo, la intervención directa del Estado se hizo sentir el día siguiente con la detención de los directivos de Megaupload, la treceava página en número de visitas.


Esta página que almacena todo tipo de archivos y los ofrece por 10 euros mensuales, es acusada de permitir el acceso al material protegido.


La discusión que debería transitar por los caminos de la ética de la comunicación y la política, parece un problema meramente económico, pues antes que proteger los derechos de los escritores, músicos y demás artistas, quienes siempre han recibido las migajas, se trata de rodear a la industria cultural, cuarto renglón de la economía mundial, para que continúe con su monopolio y sea ella quien se lleve el grueso de la plusvalía del arte.


La disyuntiva en que tratan de ubicar el debate es una falacia: Por principio uno apoya los derechos de autor, es decir, el reconocimiento, como lo afirma Yolanda Reyes en el libro “Los oficios de la imaginación” de que todas las personas tenemos derecho “a ser propietarios de lo que produce nuestra mente y a vivir de nuestro trabajo creativo”.

Pero esto también implica que quienes se encargan de dar a conocer estas producciones deben valorar y cancelar equitativamente este esfuerzo y no apropiarse injustamente de las ganancias del negocio. Uno se pregunta ¿por qué editoriales y disqueras bajan el precio de los productos culturales, cuando estos aparecen en la red y no lo hacen antes?

También es necesario aclarar que a las páginas que ofrecen libros o música gratis no las anima el altruismo, la solidaridad ni el deseo de compartir el arte con la humanidad, sencillamente sus páginas rentan lo suficiente en anuncios publicitarios, lo que les permite vivir holgadamente del negocio.


Por otra parte, el control que trata de establecer el gobierno norteamericano con las leyes de Sopa y Pipo dista mucho de tener una intención proteccionista de la creatividad y la imaginación. En estas leyes está el germen de la censura y de futuros controles ideológicos y políticos que darán al traste con la democracia en la red.


Definitivamente el imperio no deja  ningún hilo suelto, todo  hace parte de la urdimbre y todo cae bajo su red.


(*) Profesor Titular UT

Credito
LIBARDO VARGAS CELEMIN(*)

Comentarios