El país no puede 'acojonarse' ante la corrupción política

Mientras la Real Academia Española gasta cerca de cinco años para aceptar mil seiscientas noventa y siete nuevas palabras, luego del consensuar con veintidós academias nacionales y una intensa actividad “argumentaría”,

 un grupo de parlamentarios colombianos: seis “frikis” de la cámara y seis del senado, aprobaron una conciliación en unas pocas horas para lograr su “autoprotección”, en un acto de extrema “recursividad” para “reorientar” la corrupción en nuestro país.



Sin lugar a dudas, este es el acto más aberrante de los políticos de nuestro país, que sin ningún sentido de la ética y la responsabilidad social que implica haber sido elegido para legislar sobre las necesidades y problemas colectivos, se dedicaron a fungir como “rescatistas” de antiguos privilegios que han hecho del legislativo, una de las instituciones de menor credibilidad por parte de la sociedad y merecedor del repudio general porque siempre los mueve un perverso e “intencional” interés personal.


Con unos sueldos “billonarios”, estos otrora llamados padres de la patria, no son más que oportunistas y delincuentes camuflados que están buscando los espacios en los cuales les puedan servir a sus antiguos jefes, caídos en las garras de la justicia, para salir airosos a seguir disfrutando de las prebendas que le otorga su condición de políticos.


No se trata de “demonizar” a todos los congresistas, porque hubo unos pocos que dejaron constancias de su rechazo, pero como son minoría, fueron barridos y su “contraargumentacíón” ni siquiera figura en las actas amañadas que se levantaron de esas fatídicas sesiones, “direccionadas” por las fuerzas más “ultraderechistas” que nos gobiernan.


Pero no todo está perdido, al pueblo colombiano le queda la “recursividad”, a través de vías jurídicas a las que acudirá el constituyente primario para detener semejante esperpento.


El camino no está expedito. Varias “oenegés” se han puesto a la tarea de recolectar firmas, con la aceptación unánime de una colectividad que reacciona civilizadamente a las trapisondas de su clase política.


Estamos asistiendo a un renacer del deseo de participación de la comunidad en las decisiones que la afectan, así lo demuestra la actitud “colaborativa” de los ciudadanos que firman con rabia y coraje los documentos que conducirán a derogatoria de esta reforma a la Constitución.


También lo podemos percibir en los “blog”, en las redes sociales, en el ”chatear” de los amigos y en los comentarios de vecinos, compañeros de trabajo y pueblo en general.


Estamos seguros que esta decisión será derrotada, así como lo fue el famoso referendo del anterior gobierno.


El pueblo está decidido inclusive a revocarle el mandato a esa clase política corrupta, porque nadie le va a sacar el “culamen” al hundimiento de esta reforma.

Credito
LIBARDO VARGAS CELEMIN Profesor Titular UT

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