En POS de la salud

Como es tradicional en nuestro país, el Gobierno se compromete con cambios que, en un alarde de populismo, favorecen a amplios sectores de la población.

Sin embargo, y aquí está el veneno, no realiza los cambios necesarios para poder cumplir con lo prometido y el efecto que logra es el empeoramiento de las condiciones  existentes y el ahondamiento de crisis que se vuelven crónicas.

A partir del primero de julio el Gobierno estableció una supuesta igualdad del POS contributivo, con el POS subsidiado.


Indiscutiblemente, la medida resulta tentadora y se puede hablar de la  inclusión de varios millones de colombianos en los nuevos servicios.


Pero una mirada más detallada y menos ingenua nos pone ante un escenario que agrava las carencias en la prestación de los servicios de salud.


Hasta ahora los afiliados al régimen contributivo recibían un servicio un tanto regular.     Debían realizar grandes colas para obtener unos medicamentos y “pegarse literalmente al teléfono”, para conseguir una cita con el médico general o el especialista.


Ahora con el aumento de la población usuaria la demanda se multiplica y los recursos siguen siendo los mismos.


Nada ha dicho el Gobierno para elaborar un  plan de emergencia que permita cualificar nuevos especialistas. Tampoco se ha hablado de ampliaciones de hospitales y dotación con los recursos tecnológicos necesarios. Se trata de ampliar cobertura en detrimento de la calidad y la oportunidad. Igual fórmula fue empleada recientemente en la educación superior, con resultados catastróficos.


No se trata de oponernos a la cualificación de los servicios para los más pobres, por el contrario, creemos que la salud debe ser  universal y acorde con las necesidades de la sociedad y para ello se requiere adelantar ingentes esfuerzos  en la búsqueda de soluciones.


Nada más inequitativo que privar a unos seres de la posibilidad de conservar su vida, gracias a tratamientos eficientes, por costosos que resulten. Es en este sentido que tiene plena vigencia la solidaridad  para alcanzar el equilibrio necesario, lo demás no pasa de ser simple populismo para ganar réditos y sostener falsas imágenes.


El Gobierno ha montado una estrategia publicitaria para hablar de las bondades de la integración. Habla por ejemplo de los procedimientos y los medicamentos que se aumentan a la lista de los ya existentes.


Plantea los avaneces para cubrir enfermedades como las cardiovasculares, neumológicas, VIH, los trastornos mentales, etc., pero nada dice de cómo afrontar los déficits existentes.


Lo que sí está claro es el aumento de la UPC (Unidad de pago por capitación)  mecanismo perverso a través del cual las EPS se enriquecen, porque en últimas, lo que se trata es de favorecer a los mercaderes de la salud.

Credito
LIBARDO VARGAS CELEMIN Profesor Titular UT

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