Poesía y fútbol

Jamás olvidaré el estremecimiento que me suscitó la lectura de los versos de “Los heraldos negros”, de un poeta peruano que, con el tiempo se convirtió en uno de los bardos latinoamericanos más leído y ponderado.

Cómo no reaccionar ante la contundencia  de esa estrofa que nos enrostra  estas expresiones contundentes: “Hay golpes en la vida, tan fuertes … Yo no sé! /Golpes como del odio de Dios: como si  ante ellos, /la resaca de todo lo sufrido/ se empozara en el alma… Yo no sé!”.

Después conocí su dura existencia: ya prisionero político, ya exiliado en ParÍs, nutriendo su soledad y sintiendo el frío de sus húmeros bajo la lluvia, ya monje de la libertad; caudillo solidario con ese ser al que aspira brindarle un trozo de pan y blasfemo que le exige a los cristos el cumplimiento de sus  deberes, mientras evoca la sala, los zaguanes, y los corredores de la lejana casa paterna en Santiago de Chuco.  

Por eso, cuando me enteré de que el primer rival del Deportes Tolima en el repechaje de la Copa Libertadores era el Club Deportivo Universidad César Vallejo,   entré en una etapa de lo que los locutores deportivos y las reinas de belleza   llaman “sentimientos encontrados”. Por un lado mi apego al equipo raigal y, por el otro, al onceno que representa a mi estimado poeta.

Para tratar de reconciliarme con mi conciencia futbolera por esa especie de traición que le estaba haciendo a “mi tolimita del alma”, me di a la tarea de releerme las tres antologías que tengo del “cholo Vallejo” y encontrar una justificación  para que un equipo de fútbol llevara su nombre. Rebusqué entre versos y estrofas algo que me hablara de la pasión del poeta por el fútbol y ¡Oh, gran decepción!, ni quiera en “Trilce” su libro más experimental, aparece la mención a la esférica, mucho menos a los once jugadores o a las barras enfurecidas gritando Goool.


Leí varias biografías de Vallejo y nada que hablaban de fútbol. Me dediqué entonces a navegar en busca de información sobre su Universidad, con la esperanza de encontrar en los programas que oferta, una justificación al nombre, pero de nuevo, ¡Oh sorpresa!, ofrece pomposamente ingenierías, marketing, estomatología y veinte carreras más, que nada tienen que ver ni con la poesía, ni con el fútbol.


Este último hallazgo me tranquilizó, pues me convencí de que ese equipo solo tiene el nombre de César Vallejo, mas no su espíritu de luchador universal y  tejedor de palabras. Por eso espero que esta noche Deportes Tolima, en el  Murillo Toro, le enseñe como se construyen las metáforas futbolísticas  para alcanzar la efímera felicidad humana: el gol.


Credito
LIBARDO VARGAS CELEMIN (*)

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