Habemus problemas

Es posible que al momento de la publicación del presente artículo ya la chimenea de la Capilla Sixtina haya inundado de humo blanco los alrededores y una voz solemne haya pronunciado las palabras mágicas:

 “Habemus Papa” y a continuación el mundo católico pronuncie histérico el nombre del nuevo pontífice. Sin embargo, también puede suceder que las dos votaciones diarias no hayan sido suficientes para poner de acuerdo a los ciento quince cardenales, enfrascados en la más prosaica de las tareas, hacer proselitismo para causas mezquinas, mientras la iglesia como institución se sume en una profunda crisis de fe.

La elección del Papa, pese al marco anacrónico en que se mueve su ritual, no deja de ser un espectáculo lleno de cromatismo, banalidad y mentira. Los periodistas apelan a las más cursis referencias para llenar espacios y, como si se tratara de un partido de futbol o un reinado de belleza, leen los datos biográficos  de los protagonistas con más opción y acuden siempre a la manida fórmula de que es  el “Espíritu Santo”, quien en  últimas hace que se incline la balanza hacia el nombre de un determinado tonsurado.


Los intríngulis de esta elección tal vez nunca sean conocidos plenamente por mortales como nosotros. El cónclave es la  máxima expresión de los intereses irreconciliables que se mueven en la dirección de la Iglesia. Allí se dan cita todas las vertientes, no solo teológicas, ideológicas y políticas, sino también quienes encubren prácticas aberrantes como la pedofilia que, según las estadísticas, cuenta con una representación cardenalicia de cerca del diez por ciento de los votos.


La crisis que vive la iglesia ha atomizado su estructura de gobierno. La curia se impone sobre los aspectos doctrinales, por eso la elección será el resultado de alianzas de algunos sectores con unas pocas afinidades, frente a otras posiciones que, pasadas las elecciones, continuarán pugnando por sus intereses.


Una mirada panorámica a los principales problemas que afectan a la iglesia muestra un alto porcentaje de hechos relacionados con el sexo. La actitud permisiva frente a los abusos sexuales de obispos y sacerdotes, la homosexualidad,  la violación de los votos de castidad y la exclusión de la mujer  de los ritos y del gobierno, pesan mucho en el destino que tome la Iglesia.


Existen otras dificultades como la financiera; la caída de las vocaciones  en todo el mundo; la actitud de indiferencia o de simple retórica con que se tratan los problemas de inequidad social de millones de seres humanos y la necesidad apremiante de una reforma a las estructuras de poder. Difícilmente un candidato está interesado en solucionarlos todos, por eso se afirma que el “Habemus Papa” significa igualmente “tenemos problemas”.

Credito
LIBARDO VARGAS CELEMIN Profesor Titular UT

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