Le ganamos también al “soroche”

Cuando uno se baja del avión en el Aeropuerto del Cusco, lo primero con que se encuentra es con una inmensa valla que le recomienda al turista tomar paracetamo o acetazolamida para evitar el soroche, definido como “el mal de montaña” y que se caracteriza, entre otros síntomas, por el dolor de cabeza, falta de apetito, agotamiento físico y otras dolencias.

Cuando uno se baja del avión en el Aeropuerto  del Cusco, lo primero con que se encuentra es con una inmensa valla que le recomienda al turista tomar paracetamo o acetazolamida  para evitar el soroche, definido  como “el mal de montaña” y que se caracteriza, entre otros síntomas, por el dolor de cabeza, falta de apetito, agotamiento físico y otras dolencias que afectan a quienes provienen de lugares cercanos al nivel del mar.

Al llegar al hotel le indican unas  pequeñas grecas para que se prepare una infusión de hojas de coca, remedio infalible, lo sugieren las mucamas, para poder  enfrentarse a los tres mil trescientos noventa y nueve metros de altura, sin que se sienta asfixiado. No sé si son las pastillas, el agua aromática o el caminar despacio por entre esas calles envejecidas y llenas de templos subterráneos que respiran historia, lo que le permite a uno eludir los estragos de  haber desafiado las alturas de los Andes.

Todo esto lo pensé cuando dieron el nombre del equipo que debía enfrentar el Deportes Tolima. El pesimismo doblegó mi espíritu de hincha y el triunfo del Garcilaso en el último minuto aquí en el Murillo Toro, terminó por hundir mis pocas esperanzas. Me preocupé porque el resultado final no fuera una estruendosa derrota del Vino Tinto  y Oro, me imaginé a Chará con la boca bien abierta tratando de atrapar el aire que desciende del cerro donde se encuentra el Cristo Blanco, luego del primer pique en el Garcilaso de la Vega. También alcancé a intuir el pesado vuelo de Antony Silva tratando de estirar extremidades para evitar la caída del arco, mientras visualicé a los utileros cargando en vez de agua, pequeñas y extrañas  máscaras hipóxicas para oxigenarle los músculos a los jugadores.

Pero en el fútbol no hay lógica, lo repiten los narradores deportivos, y menos si es un equipo como el Deportes Tolima que está lleno de sorpresas y  algunos de cuyos resultados son verdaderamente insólitos, por ejemplo perder varias veces en el último minuto. Esta vez pese a todo pronóstico, los aguerridos Pijaos derrotaron tres a cero a los aristocráticos Incas, en un duelo de tribus, precisamente en esa ciudad triste, con olor a ajo, y habitada por unos quinientos mil pobladores, muchos de ellos turistas que van en busca de Machu Pichu.

Doble triunfo del Deportes Tolima, en lo futbolístico y en el mito de la altura, el primero gracias a la noche fantástica de Rogeiro Leichtweis  y el segundo con la ayuda de la tecnología. Ni el flamante campeón del Perú, ni el “soroche” del Cusco pudieron derrotarnos. Sorpresas te da la vida y  el fútbol también.

Credito
LIBARDO VARGAS CELEMIN Profesor Titular UT

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