El francotirador de la paz

El diccionario de la Real Academia Española define la palabra francotirador, en una de sus acepciones, como “persona aislada que, apostada, ataca con armas de fuego”, Wikipedia agrega que “es experto en camuflaje y tareas de élite”.

El diccionario de la Real Academia Española define la palabra francotirador, en una de sus acepciones, como “persona aislada que, apostada, ataca con armas de fuego”, Wikipedia agrega que “es experto en camuflaje y tareas de élite”. Mientras María Moliner precisa que es un “soldado o persona que toma parte en una lucha entre dos partidos cualesquiera, y actúa aislada”. En estas tres definiciones  se percibe la intención que anima a este tipo sujetos que buscan enmascarar sus propósitos y causar daño sin exponerse. En otras palabras atacan sobre seguro como cualquier cobarde al acecho.

El país conoce muy bien a un nuevo tipo de francotirador, es un sujeto que, atrincherado en una cuenta de twitwer, dispara expresiones infamantes y arrasadoras contra quien piensa diferente a él y plantea salidas civilizadas al conflicto armado en nuestro país. No le bastaron ocho años de actitudes dictatoriales para calmar su sed de poder y, por el contrario, se ha dedicado a generar un ambiente de crítica malsana, cuyo principal objetivo es su otrora amigo incondicional. 

Hace unos meses en esta misma columna escribíamos sobre el “síndrome de hybris”, enfermedad descrita por el neurólogo inglés David Owen, como un trastorno de la personalidad que aísla al político de su realidad inmediata y lo lleva a cometer atentados que perjudican la comunidad y degeneran en locura. En esa época hacíamos un llamado sobre el peligro que representaba  este personaje para la vida política del país.

El tiempo se ha encargado de ahondar nuestra preocupación. Lo ocurrido esta semana con la información que dio a conocer sobre las coordinadas donde se encontraban los nuevos negociadores de la FARC, muestra claramente que existe un desequilibrio mental con este comportamiento, porque solo un obsesivo compulsivo como él, expone a cuarenta y tantos millones de personas al peligro permanente de una lucha fratricida que no tiene fin. Consideramos que el acto temerario cometido por este francotirador del proceso de paz, ha puesto la institucionalidad colombiana en peligro y ha violado principios básicos  de la seguridad nacional.

Si bien es cierto se tienen dudas sobre las posibilidades reales de alcanzar la paz a partir de estas negociaciones, uno no puede negarse a esa oportunidad de disminuir la intensidad del conflicto y acercarse al diálogo, herramienta positiva para llegar a acuerdos.  

La marcha que se dio el pasado martes, sobre todo en Bogotá, puede ser un buen ejemplo para desenmascarar las explícitas intenciones de este francotirador, que, contrariando las definiciones de los diccionarios, no actúa aislado, sino por el contrario, apoyado por los sectores guerreristas del país, que ven en cada paso hacia la paz, el obstáculo para sus mezquinos apetitos económicos y políticos. 

Credito
LIBARDO VARGAS CELEMIN Profesor Titular UT

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