Considerar la posibilidad de una despenalización del consumo, como lo consigna el informe que la OEA acaba de presentar, resulta todavía tabú en nuestra sociedad, que ante la gravedad del problema, prefiere negarlo o satanizarlo, así miles de seres, especialmente jóvenes, se lancen diariamente por el despeñadero y conviertan sus vidas en un verdadero infierno.
El origen de este informe tiene que ver con la cumbre presidencial realizada el año anterior en Cartagena, la cual solicita a la OEA que adelante un estudio integral sobre el consumo de drogas en América. La semana anterior se entregaron los resultados en dos documentos. El primero tiene que ver con un análisis detallado del “consumo, producción, tránsito, comercio y dimensión del negocio de las drogas en el hemisferio”. El segundo libro denominado “Escenarios para el problema de las drogas 2013 – 2025” plantea las posibilidades en el futuro, luego de una serie de entrevistas a personalidades de distintas esferas y naciones.
Las conclusiones son apenas predecibles: los cambios de los patrones de consumo son evidentes y la evolución de las sustancias hacen parte de la dinámica de producción de fármacos. El aumento del consumo está ligado al incremento de los niveles de violencia y se ha disparado la demanda de los servicios de salud para el tratamiento de las adicciones.
En lo que si existe un giro indudable es en la nueva tendencia a humanizar el problema y matizar el estigma del consumidor, ya no como delincuente que debe ser sometido a la justicia penal, sino verlo ahora como un enfermo crónico (o recurrente) que requiere un tratamiento de salud, y en el caso de haber cometido un delito por esta circunstancia, buscarle alternativas en su reclusión.
Las cifras que aparecen en el estudio llaman también a la reflexión, pues existe desinformación en los riesgos y se potencian unas sustancias cuyo peso en el contexto de la morbi-mortalidad es casi nulo, caso de la marihuana, mientras se elude la importancia del alcohol como causante de 2.5 millones de muertos en el año. La explicación de este hecho tiene que ver con fenómenos culturales y con la aceptación de una sustancia como legal, frente a otras que consideran ilícitas.
José Miguel Insulza, Secretario General de la OEA plantea que este informe “no es una conclusión, sino el inicio del debate largamente esperado” y aspiramos a que ese debate comprometa a todos los sectores de la sociedad y se adelante con altura, sin entrar en señalamientos ni estigmatizaciones, conscientes de que es un problema social complejo que implica dimensiones psicológicas, biológicas, jurídicas, económicas y culturales, y cuya solución debemos buscarla con imaginación y creatividad.
Considerar la posibilidad de una despenalización del consumo, como lo consigna el informe que la OEA acaba de presentar, resulta todavía tabú en nuestra sociedad, que ante la gravedad del problema, prefiere negarlo o satanizarlo, así miles de seres, especialmente jóvenes, se lancen diariamente por el despeñadero y conviertan sus vidas en un verdadero infierno.
Credito
LIBARDO VARGAS CELEMIN Profesor Titular UT
Comentarios