La invasión de las mascotas

Desde que el ser humano domesticó a un grupo de animales y los adaptó para que lo acompañaran en las faenas de la caza, aparecieron las mascotas, especialmente perros y gatos que se convirtieron en algunos casos, en nuevos integrantes de la familia.

Si bien es cierto existen especies de animales que se adaptan más fácilmente al papel de compañía inseparable de su propietario, la historia registra algunas excentricidades que muestran como la tenencia de una mascota está ligada a la demostración de poder. Ramses II, por ejemplo, tuvo un león como mascota, mientras Carlo Magno se paseaba orgulloso de la compañía de un elefante, lo mismo que Luis XIV, Lorenzo de Medicis en cambio se hacía acompañar siempre de una jirafa.

Los riesgos sanitarios que implica tener una mascota, son muy altos, existen cerca de cincuenta enfermedades zoonóticas transmitidas por el perro y otras tantas por el gato, mientras que pájaros y peces contribuyen en menor medida a este panorama.

Los agentes parasitarios o infecciosos van desde simples alergias hasta enfermedades tan graves como la rabia, sin contar con los accidentes ocurridos por mordeduras, arañazos y demás incidentes que se pueden suscitar en esta relación suigeneris.

Los defensores de las mascotas argumentan el papel incuestionable que tienen como parte de terapias, acompañamiento físico (el caso de los ciegos), disminución de los sentimientos de soledad, baja en los niveles de estrés y de angustia, aumento de la autoestima y creación de una sensación de utilidad, pues deben cuidar de un ser vivo que depende en gran parte de sus acciones.

Las mascotas esconden un fenómeno económico de grandes proporciones. La industria de la producción de alimentos para estos animales es de gran significación y a la par de ella florecen los útiles de aseo, los ornamentos, el pedigrí (certificación de la raza) y hasta las guarderías, clínicas, academias y demás lugares para el bienestar físico y “emocional” de estos animales.

Impulsados por el consumismo irracional, los seres humanos, so pretexto de combatir la soledad y la depresión, han preparado las condiciones para que las mascotas nos invadan, no solo el espacio privado (la vivienda), sino el público también. Pese a expresas prohibiciones policivas, las mascotas se tomaron los parques, las calles, los establecimientos públicos y hasta algunas universidades, donde los estudiantes deambulan por los pasillos con sus “amigos” y los hacen ingresar a las aulas, con la mirada cómplice de los docentes, generando no solamente riesgos de enfermedad, sino también poniendo en peligro la vida de los integrantes de la comunidad, debido a la peligrosidad de estas mascotas, algunas de las cuales han sido entrenadas para la muerte.

Credito
LIBARDO VARGAS CELEMIN Profesor Titular UT

Comentarios