Victorias pírricas y consoladoras derrotas

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Pirro fue un general griego que se caracterizó por su gran estrategia para conquistar nuevos territorios. En muchas de sus victorias sufrió significativas bajas y realizó esfuerzos descomunales que no compensaban el botín obtenido. De ahí que la expresión “victoria pírrica” signifique obtener éxito a costa de un precio muy alto.

Las pasadas elecciones fueron un ejemplo de victorias de este tipo. La más significativa a nivel nacional la constituyó la figura del expresidente Uribe, con su movimiento, Centro Democrático, quien, si bien alcanzó 19 curules y ocupó un segundo lugar en la votación general para el Senado, dejó a un líder con una votación de casi cinco millones menos que la alcanzada para las elecciones presidenciales de 2010. Además de un Senado que dominaba a su antojo, pasó a convertirse en un opositor menor, así su verborrea indique lo contrario.

Los partidos tradicionales y los surgidos de alianzas que alcanzaron curules deben reflexionar seriamente en relación con el avance de la abstención. Ganar por porcentajes mínimos de participación ciudadana es un indicador del poco interés demostrado por grandes sectores de colombianos, quienes, por diversas razones, optan por dar la espalda a la democracia representativa. Esa población en su mayoría rechaza las componendas y acciones que atentan en contra de la transparencia electoral, y poco a poco van configurando una masa crítica que no se deja engañar fácilmente.

Ganar con las nimias cifras que se presentaron en las recientes elecciones es otra “victoria pírrica” de los politiqueros colombianos y lo más vergonzoso es que para alcanzarlas, con muy contadas excepciones, echaron mano a prácticas que van desde la compra directa de votos hasta la coerción del electorado a través de distintos mecanismos.

Sacar senadores gracias a los millones de pesos que se repartieron directamente o a través de terceros, es también una victoria pírrica que debe dejar un sinsabor en la consciencia (si es que la tienen) de aquellos dirigentes que degradaron la democracia colombiana hasta convertirla en un vulgar negocio de compraventa.

Pero también existe el otro lado de la moneda y es el de aquellos que resultaron perdedores y que no se cansan de dar explicaciones por los medios de comunicación, sobre las causas de su descalabro. Los del Mira, por ejemplo, aunque no hay una definitiva sobre si alcanzan o no el umbral, se consuelan echándole la culpa a los enemigos que destaparon su imperio, pero nada dicen de la andanada publicitaria que se han gastado para lavar su imagen.

Realmente el único perdedor de la jornada del domingo fue el pueblo colombiano, que tendrá que sostener con sus recursos, a una mayoría de ineptos para que legislen en su propio provecho.

Credito
LIBARDO VARGAS CELEMÍN Profesor Titular UT

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