La salud se enferma

.

Los servicios de salud en la ciudad del Ibagué están atravesando una grave crisis que no hemos dimensionado. En los últimos días nos hemos encontrado con titulares de prensa que hablan del cierre de servicios en instituciones privadas y de serios conflictos en el hospital Federico Lleras, principal centro del Departamento, hechos que ponen en riesgo la prestación de un servicio que resulta vital para la existencia de la comunidad.

Las razones, con algunas variantes, se reducen a la crisis generalizada del sistema de salud que instauró la famosa Ley 100 y cuyas nefastas consecuencias se van incrementando con el paso del tiempo. El no pago oportuno de las acreencias de las EPS con las instituciones públicas y privadas las ha llevado a colapsar y pese a los múltiples esfuerzos administrativos, las millonarias deudas que tiene el sistema con las prestadoras de los servicios, han vuelto inviable el servicio.

Resulta increíble, por ejemplo, que se tenga que remitir pacientes para otras ciudades con menos infraestructura que la existente entre nosotros, porque aquí no son atendidos precisamente por las deudas que tienen esas monstruosas empresas llamadas EPS, creadas como intermediarias para quedarse con gran parte de los recursos destinados a la salud del pueblo colombiano.

Los servicios de urgencias de las entidades públicas y algunas privadas, están atestadas de pacientes y la atención se difiere, pasando de ser un servicio urgente a una tortura durante seis y más horas para recibir un tratamiento paliativo que no apunta a la solución definitiva del problema. Ya los pacientes mismos saben cual es la fórmula, porque el vademécum se ha reducido a dos o tres productos, con que se pretende curarlo todo.

Cuando se logra que un médico general remita a un especialista la situación del paciente se torna dramática, porque siempre encontrará una voz que, con el eufemismo de “no hay agenda”, cuelga el teléfono y lo deja sumido en la incertidumbre de tener que seguir llamando por mucho tiempo, hasta que desiste de su empeño y trata de buscar ayuda por otros medios, si tiene unos pocos recursos, o se dedica a encomendarse a sus creencias para recuperar su quebrantada salud.

Resulta doloroso que se llegue a esta situación en una ciudad que, con un población que merodea el medio millón de habitantes, con muchos profesionales oriundos de la ciudad, una capacidad instalada de camas hospitalarias y una oferta de servicios especializados aceptables, no se pueda tener la tranquilidad de que, en caso de necesidad, puede contar con una infraestructura y un recurso humano disponibles para coadyuvar en el mantenimiento de ese equilibrio al que llamamos salud.

Definitivamente, entre nosotros hasta la salud se enferma.

Credito
LIBARDO VARGAS CELEMÍN

Comentarios