Del suicidio y sus alrededores

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Según la OMS, cada 40 segundos un ser humano se quita la vida por distintas razones y el 53% de ellos lo hace mediante ahorcamiento. Le siguen otros métodos como el envenenamiento, las armas de fuego y el lanzamiento desde las alturas. Las principales causas o razones para tomar esta determinación tienen que ver con los celos, la desconfianza, la infidelidad y, en menor medida, la reflexión sobre la existencia y sus implicaciones filosóficas.

Según los estudiosos, las condiciones sociales no son tan determinantes, sin embargo se sigue escuchando los lacónicos comunicados de la crónica roja enfatizando que la causa principal fueron los problemas económicos.

Las distintas culturas han fijado posiciones frente al suicidio. Algunas son proclives a esa libertad del individuo de dar por terminado su periplo en la tierra, mientras otras lo aceptan solo para terminar el duro periodo de la vejez y, en nuestro caso, está proscrito por la religión judeo - cristiana que considera que el único dueño de la existencia es Dios y que cualquier autodeterminación merece ser castigada, por ejemplo con impedirle que sea sepultado en determinados espacios y privarlo del ritual respectivo. Sin embargo, en los últimos tiempos se han reconsiderado algunas de estas medidas.

Aunque desde los orígenes mismos de la humanidad se han presentado suicidios, la historia registra como el primer suicida a Periandro, uno de los siete sabios de Gracia. Por esta misma época se dio uno de los suicidios colectivos más impresionantes como fue el de cerca de 500 seguidores del pensador chino Confucio, quienes se lanzaron al mar, ante la pérdida de su guía espiritual. En los tiempos modernos el record lo tiene Jonestown en 1978, cuando 909 personas lo hicieron envenenándose con cianuro.

Aterrizando en nuestro país, las estadísticas que se presentan en ‘Comportamiento del suicidio, Colombia 2013’, publicado por el Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses, muestran la magnitud de este fenómeno. En él se afirma que en Colombia murieron por esta causa 1810 personas.

La ciudad de Ibagué figura como la quinta, con 42 casos de suicidios, y a la fecha estamos llegando a los 25. Como van las cosas, vamos a estar en los mismos lugares del año anterior, lo que implica que no se han logrado resultados que mitiguen el impacto de este fenómeno.

Lo que sí nos queda claro es que esta determinación individual debe ser materia de discusión colectiva y generar espacios donde se discuta, sin satanizar ni sacralizar esta forma extrema de solucionar problemas, teniendo siempre presente lo que Camus plantea en su ensayo ‘El mito de Sísifo’ y es que “No hay más que un problema filosófico verdaderamente serio: el suicidio”.

Credito
LIBARDO VARGAS CELEMÍN Profesor Titular UT

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