Europa cría sus propios cuervos

libardo Vargas Celemin

Hace una semana, Sharima Begum y Amira Abase de 15 años y Kadiza Sultana de 16 años, tres adolescentes inglesas de origen musulmán, que eran consideradas “inteligentes y resueltas”, pasaron a ser titular de muchos periódicos del mundo, al haberse fugado de Londres con destino a Siria, para embarcarse en el ejército yihadista que combate en nombre de EI (Estado islámico).

No son las primeras en tomar esta determinación. Se cree que más de quinientos ingleses han ingresado recientemente, luego de haberse dejado seducir por las redes sociales que se han convertido en un instrumento de reclutamiento eficaz. Cerca de veinte mil europeos hacen parte del ejército que lucha por un utópico Califato con sede en Siria y que ha demostrado ser uno de los más cruentos del mundo, con prácticas como el degollamiento que hace de sus prisioneros ante las cámaras del mundo que reproducen esta brutal acción.

Entre el 10 y el 15 por ciento de los emigrantes que parten de Europa para Irak y Siria son mujeres, pese a las restricciones que le fijan las leyes islámicas, especialmente en lo referente a la forma de vestir. Estas combatientes, cuyas edades oscilan entre los 15 y los 30 años, se someten a un arduo proceso de formación que va desde los ocho meses a los dos años y que incluye técnicas de combate y diversas formas de terrorismo.

Un perfil de estos jóvenes que, abandonando las comodidades de la vida occidental, como el rapero Jinny (dejó su mansión para abrazar la causa yihadista y se fue a combatir a Siria), tiene que ver con la crisis de identidad por la que atraviesa la juventud europea, enfrentada al desempleo o a salarios ínfimos y de mala calidad. Ellos provienen, la mayoría, de la clase media que desean ser protagonistas de sus propias vidas y de lograr una inserción en el mundo globalizado.

Vincenzo Cichelli, profesor de la Sorbona y especialista en adolescencia y juventud plantea: “En toda Europa, la juventud está adquiriendo conciencia de que la cultura de su propio país es importante, sin duda, y constituye su identidad, pero no basta para comprender el mundo”, por eso tal vez estos jóvenes que conservan una herencia fincada en el Islam, se aventuran a tener esa experiencia excepcional.

Pero el problema va mucho más allá y tiene que ver con el regreso de estos combatientes que, con experiencias directas, se convierten, según las autoridades policiales de los países europeos, en un ejército que está preparando acciones terroristas, como la perpetuada al semanario francés Charlie Hebdo.

Definitivamente sobre la gran Europa se ciernen los vientos del terror impulsados por sus propios hijos.

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