Ley del Talión y redes sociales

libardo Vargas Celemin

Profesor Titular UT

Lo seres humanos nos jactamos de los avances tecnológicos de todo tipo y nos creemos los únicos seres vivientes dueños del destino de los demás. Con pedantería extrema subvaloramos a los animales, compañeros en este viaje por el planeta azul, y los sometemos a crueldades inusitadas para ejercer la condición de amos de este espacio. Sin embargo, en muchas ocasiones el comportamiento con nuestros congéneres dista muy poco de las peores acciones de los llamados salvajes. En otras palabras, somos a veces más irracionales que quienes obstentan este título.

La anterior consideración surge de las prácticas que se están generalizando en nuestra sociedad y que encuentra eco en los medios de comunicación, los cuales, so pretexto del derecho a la información, se encargan de difundir y ampliar hasta los límites del morbo estas noticias, lo que va creando una atmósfera que, sin ser el propósito inicial, despierta en algunos la sed de venganza que se esconde en los pliegues del subconsciente y que afloran estimulados con el ejemplo de algunas comunidades.

El ejercicio de la retaliación que el hombre ha intentado superar con la aceptación de la justicia parece sufrir en nuestros días un gran menoscabo, cuando esta no es suficiente ante el desborde del delito o ante la venalidad de los jueces y entonces se toma el castigo de quien delinque por la propia mano de los afectados. Por eso vemos a diario el despliegue de los noticieros mostrando las escenas de las golpizas a raponeros o a violadores.

Pero algo más grave, el avance de esta práctica ha permeado las redes sociales, recipiente de todo lo bueno y perverso que pueden generar las mentes de los seres humanos y encontramos avisos en Facebook que resultan incitaciones directas a la violencia, como forma de resarcir los prejuicios ocasionados. Expresiones como “Se les acabó la hora, linchamiento a delincuentes. No pagan con cárcel, que paguen en el hospital a ver si les quedan ganas de seguir delinquiendo”, esto resulta un grito de guerra que una sociedad no puede aceptar.

Es tal la violencia que se destila para sensibilizar a la gente contra los ladronzuelos callejeros que otro aviso plantea cínicamente: “Tecnología avanzada al servicio de la seguridad. Implantando este chip en la cabeza de los delincuentes se obtiene la certeza de que nunca más cometerán un delito” y el chip es una bala de pistola.

La ley del Talión, aunque dura, morigeraba la venganza, mientras que la justicia que se propone en las redes sociales es una incitación al crimen, sin ninguna mediación, es un retroceso a la barbarie de todos contra todos, etapa que creíamos superadas por la humanidad.

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