Dos hermanas inseparables

libardo Vargas Celemin

Vinieron al mundo con cuatro años de diferencia, el padre tuvo tres hijas más, que siempre quiso mantener unidas por diferentes mecanismos. El fue un hombre futurista, lleno de ideas y quimeras para hacer de su familia un solo conglomerado donde reinara la paz y el entendimiento.

Fue militar por circunstancias y filósofo por convicción y murió perseguido por sus propios amigos. Ellas siempre lo han venerado y puesto de ejemplo de integración y de lucha por conseguir la libertad y han esgrimido sus palabras como verdaderas armas para derrotar la barbarie.

Son tan idénticas estas hermanas que visten igual: tres colores primarios (amarillo, azul y rojo), diferenciadas tan solo por las ocho estrellas que lleva en el centro una de ellas. Aman la misma música de joropos y vallenatos, bailan al son de los “Melódicos”, al igual que los “Corraleros de Majagual” y ahora último siente tan suyas las baladas de Montaner, como el pop latino de Juanes y aunque difieren en el deporte favorito, una prefiere el béisbol y otra el ciclismo, siempre están unidas.

Han tenido distintos compañeros sentimentales y muchos hijos que han aportado a la visibilidad de cada una de ellas. Varias mujeres hermosas figuran con sus coronas de reinas universales y centenares de ideas circulan por el mundo, impulsadas por sus pensadores. Estas dos hermanas se han dado la mano en caso de necesidades y entregan el petróleo en canje por el café o los textiles por la energía y, en momentos de conflicto, siempre han esgrimido la tradición, como el cordón umbilical que las ha mantenido juntas.

Sus corazones jamás han albergado rencores recíprocos, pero sus compañeros sí y la historia registra un sinnúmero de enfrentamientos que han creado tensiones, no entre ellas, pero si entre sus hijos y sus fuerzas. Instigadores profesionales han intentado mantenerlas en una zozobra permanente que ellas, han sabido sortear. Lamentan si, que los intereses en juego tengan que ver con posiciones políticas, ideológicas y de coyunturas sociales.

Ellas dos se han sentido a veces atrapadas por las urdimbres del poder y han puesto por encima de intereses mezquinos, esa historia de convivencia que nadie puede negar. Pero a veces reciben heridas tan hondas que pareciera que esa hermandad se fuera a destruir, porque de parte y parte se exacerban los ánimos y se acolitan los atropellos.

Estas dos hermanas seguirán unidas a pesar de los desmanes de Maduro, de las posiciones blandengues de Santos y de la siniestra imagen del senador cizañero, porque Ellas serán eternamente fieles a las palabras de su padre “Yo deseo más que otro alguno ver formar en América la más grande nación del mundo, menos por su extensión y riquezas que por su libertad y gloria”.

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