Un tour por la otra Ibagué

libardo Vargas Celemin

Ayer, no celebré tu cumpleaños porque en estas últimos semanas un dolor inmenso me acompaña siempre todo el día y por eso he decidido proponerles hoy a todos los ibaguereños y, a los que se sientan como tal, que realicemos un tour por tus carencias y evidenciemos los desastres que te han hecho los dirigentes, algunos de los cuales quieren repetir y otros cuentan con el patrocinio de los irresponsables que te tienen postrada.

Vamos a partir del Cañón del Cocora, territorio descrito suficientemente por Álvaro Mutis. Allí solo encontraremos la huella de enormes tubos que nos señalarán el monumento a la improvisación y a la incapacidad, porque este año tampoco tuviste acueducto alterno.

Entraremos luego a tus calles para tratar de descubrir el prometido “Paseo cultural”, aunque solo podremos ver unas cuatro esculturas en medio de las ventas ambulantes. De allí caminaremos hasta el “Panóptico”, pero no te atormentaremos hablando de la plata que se fugó por entre los vericuetos de las celdas de la antigua cárcel; mientras los administradores y contratistas responsables, se fueron a jugar a la libertad y al libertinaje con los dineros públicos.

Por algunos de tus atajos llegaremos al estadio Manuel Murillo Toro, allí haremos la pública protesta por esa condena infame que le han hecho al vinotinto y oro, al haberlo convertido en el equipo paria del rentado nacional. Y saltaremos luego unas cuadras más para encontrarnos con el lugar donde han naufragado las esperanzas de nuestros nadadores por tener un escenario moderno y realizar unos juegos, no los mejores de la historia, pero si al menos, unas justas aceptables.

En la ruta hacia el Jordán encontraremos un espacio lleno de soledad y de abandono. Pisos e instrumental recibiendo el polvo del olvido, mientras en las calles, en las humildes viviendas o en los pasillos de otros hospitales agonizan los que no tuvieron la suerte de ser pudientes.

Llegaremos por fin al Parque Deportivo, una obra que querías mucho, el mismo que prometieron remodelar antes de noviembre y a la fecha solo es el espectro de algo que ya no será, porque si no fueron capaces de exigir a tiempo, mucho menos lo harán cuando su periodo está por vencerse.

Mi querida Ibagué, pararemos allí, en la glorieta de Mirolindo para que no te entristezcas más.

Lo que sí quiero pedirles a mis lectores, en tu nombre, es no olvidar lo que nos han hecho. Es hora de sancionar moralmente a quienes han jugado con las esperanzas y los sueños de tantos ibaguereños.

Repasemos bien quienes han sido y cómo se camuflan, para que este 25 de octubre los castiguemos enviándolos al ostracismo con sus secuaces, como lo hacían los atenienses.

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