Bataclan, un escenario más

libardo Vargas Celemin

Antes de ascender al púlpito de la predicación de la mezquita de Medina, en el año 644 sintió una punzada ardiente que entraba repetidas veces en su cuerpo. Cayó sobre el piso reluciente y su mirada se perdió entre las delicadas líneas de los mosaicos que lo envolvieron.

Era Omar, el segundo Califa de la historia y había sido el responsable de la consolidación del imperio islámico, el mismo que ahora trata de restablecer sus antiguos dominios, a través de distintas sectas que acuden a acciones irracionales para expandirse, desde la pequeña Siria, cuya historia es un interminable friso de sometimientos y conquistas.

El calor era infernal, no estaba seguro de si era el 17 o 18 de agosto de 2014. Le hicieron detener en una incipiente hondonada en pleno desierto. Vio fugazmente el enorme puñal que su verdugo sostenía. Hablaba un inglés británico perfecto, y no dejaba entrever ninguna emoción.

Detrás de ellos alguien dio la orden y entonces supo que debía iniciar el discurso que le habían hecho aprender y miró de frente la cámara: “Me llamo James Foley, soy periodista, desearía tener tiempo, desearía ver a mi familia de nuevo, pero esta barca ya ha zarpado” y guardó silencio a una señal que le hicieron, mientras sentía un fuerte abrazo y ardor en su cuello.

En febrero de 2015 fueron los periodistas de Charlie Hebdo quienes cayeron en su propio escenario de Paris, ripostaron los kurdos apoyados por la coalición internacional hasta tomarse en junio la ciudad de Tal Adyad. Fueron incontables los yihidistas muertos.

La última imagen que alcanzó a percibir aterrorizado Aylan Kurdy en septiembre de este año fue el bote que se volteaba. Su cuerpecito de solo tres años terminó tocado suavemente por las olas que venían a morir con él en las orillas de las costas turcas.

Una víctima más de esa estúpida guerra entre árabes y occidentales, mientras más de tres millones de sirios buscan refugio y solidaridad en un mundo insolidario y mezquino en que lo han convertido las religiones y la política.

La semana anterior los bombarderos franceses se lanzaron a explotar la noche, dejaron caer sus bombas sobre Raqqa, en Siria, en los campos de entrenamiento de los combatientes del Estado Islámico y antes de que Mohame Emwasi, alias ‘John el Yihidista inglés’ y decapitador de muchos prisioneros, pudiera alcanzar la huida, una explosión fragmentó su cuerpo.

Desde el viernes pasado Nick Alexander no volverá a vender discos compactos de rock, Denuit Alban se quedará sin hacer otra exposición plástica; y con ellos más de 100 asistentes a un concierto de rock pasarán a la historia por coincidir en Bataclan, un escenario más de esta guerra macabra que nadie va a poder detener.

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