El histórico 5 de diciembre

libardo Vargas Celemin

El ex jugador, comentarista y escritor argentino Jorge Valdano, refiriéndose a la esencia del fútbol, planteó que “algunos dirán que en el fútbol solo interesa ganar y otros, más cándidos, seguiremos pensando que si esto es un espectáculo, también importa gustar”.

Yo también me alineo entre los cándidos, por eso considero que el encuentro jugado por el Deportes Tolima contra el Caldas tuvo todos los ingredientes para ser catalogado como un gran partido, donde no solo hubo momentos de buen futbol, sino además masiva participación de los aficionados, buen comportamiento de las barras, escenario remodelado, un toque de azar y finalmente el resultado que esperábamos.

Después de varios meses de estar como un paria buscando sede, el Deportes Tolima regresó a su casa, ya no era exactamente el mismo espacio, esta vez se había ampliado; algunas tribunas contaban con sillas plásticas aceptables y la panorámica general de un estadio lleno producía satisfacción. Además esas miles de gargantas entonando cánticos y animando durante todo el partido se debieron meter en cada uno de los oídos de los jugadores para mantenerlos alerta. El retumbar de los tambores, además, debió recordarles que en este combate simulado estaba en juego, no solo el resultado, sino también el honor de ser locales.

Desde las graderías del Sur las barras presentaban su derroche de colorido e imaginación, extendían la bandera de la Revolución Vinotinto y presentaban en sociedad una especie de logo-símbolo que causó hilaridad entre los espectadores, cuando por los orificios de la trompa del cerdo comenzaron a salir dos hilos de humo que se elevaron como un llamado a la tolerancia y este gesto produjo la risa generalizada de los asistentes al llamado ‘Coloso de la 37’.

Mientras tanto el fútbol, el invitado central, discurría entre el gol mañanero de Estrada y el acoso de los jugadores del Caldas. El Tolima manejaba el balón, realizaba uno que otro taco vistoso, pero también malas entregas y sus delanteros parecía que le apuntaran al arco iris, algo reiterativo en toda la campaña. Sin embargo, seguíamos aferrados a la esperanza de la definición desde los 12 pasos, cuando Lopera nos desequilibró. A partir de este momento fue solo asedios infructuosos al arco contrario, pérdida de tiempo del rival y la angustia anudada a la esperanza, hasta que llegamos a los fatídicos noventa, con cinco minutos como posibilidad para empatar la serie. Solamente un milagro nos salvaría y el milagro se hizo.

Pese a algunos lunares, como el salvaje que agredió a un jugador o las deficiencias de la iluminación, este sábado 5 de diciembre de 2015 fue una fecha histórica para el Deportes Tolima, independiente de lo que pueda suceder esta noche.

lcelemin@ut.edu.co

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