Literatura y consulta popular

libardo Vargas Celemin

La consulta que se encuentra promoviendo el alcalde de la ciudad de Ibagué, al radicar la pregunta ante el Concejo Municipal sobre la explotación minera, tiene en la literatura un apoyo.

Ibagué olvidó desde hace muchos años su intención de ser un municipio minero y, por el contrario, desde el siglo XIX se han presentado fracasos que demuestran, ya desde la vida de uno de los más importantes escritores colombianos de todos los tiempos, como lo es Jorge Isaacs, o desde la ficción con Maqroll -el Gaviero- y sus relatos, que esa vocación fracasó.

Jorge Isaacs, además de habernos legado una de las obras más emblemáticas de la literatura romántica en Lengua Castellana, tenía como vocación alterna la de explorador del territorio colombiano.

Como secretario de una comisión oficial en el norte del país descubrió yacimientos de carbón, hulla y petróleo y consiguió la primera licencia para explotar la hulla en los territorios que hoy ocupa el Cerrejón, actividad que no pudo financiar por carecer de recursos y apoyo oficial.

El autor creía que su llegada a Ibagué era una especie de salvavidas de su situación económica. Tal vez por eso al final de sus días denigró tanto de este lugar, porque el fracaso como minero lo hundió más en esa miseria que él sabía disimular, pero cuyo testimonio está en su correspondencia.

El aceptar vivir en la Casona, una propiedad de su gran amigo Emiro Kastos, obedeció a que esta era la entrada al Cañón del Combeima, donde existía la posibilidad de encontrarse con la gran veta que lo redimiera.

A Isaacs le fueron otorgadas varias licencias para explorar en esta región, sin embargo se encontró con que la calidad del oro era muy deficiente y además otros “vivos” se apoderaron de minas que él no pudo explorar. En síntesis, el cañón de los ríos Combeima y Coello no eran tan prolíficos y su fracaso como minero contribuyó al deterioro de su salud.

Maqroll permaneció varios años cuidando los oscuros socavones de una mina olvidada en las cercanías del río Coello. Sus más duras experiencias las contó en “Amirbar” o las vivió en esta región, donde intentó explorar inútilmente falsos filones, mientras los gambusinos buscaban vanamente barequeando en el río, sin llegar jamás a encontrar lo suficiente para regresar a su patria.

Se puede argüir que eso no es real, pero todos sabemos que los escritores no parten de la nada y Mutis convivió con esta realidad que recreó más tarde.

Estas breves reflexiones tienen la intencionalidad de incluir en el debate de la vocación de Ibagué, un componente histórico -literario, para salirle al paso a quienes intentan enredar el derecho constitucional de defender el futuro del espacio en que habitamos.

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