“Se emborrachó la Policía”

libardo Vargas Celemin

Este dicho popular se usa para significar que se desbordó el control de las situaciones, es decir, que esto ya no lo ordena nadie, porque si la autoridad no puede controlarse a sí misma, cómo lo va a hacer con los demás.

En otras palabras, esta institución debe ser el espejo de comportamiento ético, moral y social, de la comunidad y un paradigma digno de imitar. Sin embargo, los abusos generados por individuos pertenecientes a la institución nunca han faltado, como tampoco la extralimitación de funciones; alianzas con delincuentes y otros delitos, que pronto son neutralizados por los altos jerarcas que se limitan a decir que estas manifestaciones individuales, en ningún momento comprometen el nombre de la “Policía nacional”.

Pero la crisis ha ido en aumento, la semana anterior un grupo de patrulleros liderados por Rubén Darío Giraldo, y siete encapuchados más, dieron a conocer una serie de denuncias que van desde el desconocimiento de derechos laborales, hasta atentados contra la libertad de expresión.

En You tube colgaron videos que dan cuenta de los malos tratos de algunos oficiales, acoso laboral y vulneración de derechos fundamentales.

La copa que desbordó la crisis ocurrió este martes, con el pronunciamiento del Procurador General de la Nación, quien hizo oficial una “noticia bomba”, o mejor, “una noticia coctel” mediante la cual informó al país que definitivamente la Policía está atravesando por una situación grave que compromete su integridad moral, porque se ha detectado una corrupción generalizada, en la cual están implicados miembros de la cúpula, encabezados por su hierático Comandante General y que tiene ramificaciones con senadores y altos directivos del Estado.

La investigación formal contempla los posibles delitos cometidos por el General Rodolfo Palomino que se tipifican como presunto incremento patrimonial; supuesta interceptación a periodistas; creación de una red de prostitución masculina denominada “Comunidad del anillo” y en la cual aparentemente participan políticos y hasta el exsenador y Viceministro del Interior Carlos Ferro, quien renunció inmediatamente ante la existencia de un video, en manos de la Procuraduría, que lo involucra en esa red de prostitución masculina de la Policía.

El general Palomino acaba de renunciar y el Ministro se la aceptó inmediatamente. Mientras tanto familiares de una alférez reiteran su denuncia del asesinato de su pariente que se atrevió a hablar sobre esta corrupción y apareció muerta, con el dictamen de suicidio. Vendrán otros destapes y este escándalo se va a convertir en uno de los más deplorables de la historia reciente.

La Policía debe someterse a una depuración sin precedentes y si estamos hablando de paz, debemos comenzar por hacerlo ya, antes de que el tufo de esta borrachera contamine los procesos donde esta institución será protagonista de primer orden.

lcelemin2@gmail.com

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