El espíritu de Torquemada vs. periodismo investigativo

libardo Vargas Celemin

Resulta sorprendente la censura que las directivas del Museo Nacional de Acuarela de Coyoacán, México, hicieron de la obra “After” de nuestro insigne pintor Darío Ortiz Robledo, quien participaba como invitado especial por una organización suiza. Allí, los nuevos discípulos del inquisidor Torquemada, camuflados como directivos del Museo, afirmaron que tomaron esta decisión porque la obra había sido considerada por ellos “muy fuerte y ofensiva para algunas sensibilidades”.

La obra “After” desarrolla la propuesta estética que incorpora expresiones neofigurativas con imágenes renacentistas que ha venido mostrando Darío desde hace varios años. En ella aparece un obispo descomplicado, con su túnica desabrochada, descalzo, en medio de dos mujeres, la una a sus pies, ligera de ropas y la otra sentada a su lado, en una actitud contemplativa.

La atmósfera que se respira en el cuadro reproduce la línea de “pose” que acostumbra el pintor, es decir, son seres que están modelando. Parece ser que la visión de los directivos del Museo mexicano presenta dificultades, pues confundieron el rostro del pintor, quien suele dibujarse en los cuadros, tal vez con el del papa Francisco, pero no existe intención alguna de profanar un ícono.

México, como lo escribió el propio Darío, ha sido un país abierto a las múltiples manifestaciones artísticas y hogar de muchos pintores e intelectuales latinoamericanos exiliados que, a pesar de la religiosidad del pueblo, se han sentido respetados en su quehacer cotidiano.

Sin embargo este acto resulta paradójico porque proviene de supuestas autoridades del arte, quienes muestran una gran miopía y han tomado una decisión que compromete la libertad de expresión, que revive nefastas épocas en que la religión era dueña de la vida de las personas y manipulaba lo que se debía ver, oír o leer.

Contrasta esta actitud con la asumida por el jurado de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas que el pasado 28 de febrero, le otorgó el premio a la Mejor Película del 2016, a “Spotlight”, que aquí conocemos como “En primera plana”, que trata el problema de la pedofilia en la iglesia católica de Massachusetts, donde más de noventa sacerdotes de Boston cometen abusos sexuales a menores, con la complicidad de los altas jerarcas, como es caso del Cardenal Bernard Law, quien huyó de los Estados Unidos y se refugió en el Vaticano, aunque fue privado de los privilegios que antes tenía.

El trabajo adelantado por “SpotligT”, grupo de reporteros del “Boston Globe” puso al descubierto un crimen atroz que cometen muchos prelados. Esta denuncia se complementa con la película y solo se espera que no existan censores torpes, como los del Museo de Coyoacán, que la prohíban, por considerarla ofensivas a los intereses de la pedofilia mundial.

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