Masacre de Orlando: un coctel de odios

libardo Vargas Celemin

Más de una motivación debió impulsar a Omar Siddique Mateen a cometer el horrendo crimen de cuarenta y nueve personas, la mayoría de ellos de origen latino, pertenecientes a la comunidad Lgbti. Aunque las investigaciones recién comienzan, las características de los muertos, el origen de la familia de Mateen, su personalidad y otros hechos, configuran la urdimbre que está tras esta tragedia.

La primera razón es obvia. El perfil y las actitudes de Mateen frente a la homofobia lo evidencian. Una investigación realizada tres años antes por un grupo de universidades norteamericanas e inglesas llegó a la conclusión de que el homofóbico experimenta atracción hacia su mismo sexo, pero no lo reconoce, porque él está en guerra consigo mismo y tiene una lucha interna con sus “deseos sexuales reprimidos”. Generalmente son hijos de una familia altamente represiva frente al homosexualismo. Por eso tal vez reaccionan violentamente ante el otro que ha tenido el valor de reconocer sus inclinaciones.

Los rasgos de personalidad de Mateen apuntan hacia esa intolerancia. Su padre contó que hace unos días su hijo vio en Miami “a dos hombres besándose delante de su esposa y de su hijo y esto lo enfadó muchísimo”. Otros testigos reiteraron sobre los constantes comentarios denigrantes que emitía contra los homosexuales, sin embargo él asistía con alguna frecuencia a bares gais.

El odio racial es otro móvil, especialmente a los negros y a los judíos y debió sentir lo mismo por los hispanos que habitaban cerca de él y que realizaban sus fiestas en discotecas como la “Pulse”, con la aceptación de la comunidad.

Por su origen afgano tenía resentimientos con la sociedad norteamericana que ha permitido la invasión al país de sus padres desde hace años. A pesar de que no se ha logrado establecer plenamente sus nexos con el Estado Islámico, este se atribuyó la autoría y parece que en una llamada al 911, teléfono de emergencia, un poco antes de la masacre, reitero su fidelidad al EI.

Las autoridades niegan que este acto tenga que ver con la estrategia terrorista islámica, por lógicas razones. Sobre todo porque el FBI estuvo siguiéndole la pista a Mateen como sospechoso años atrás y decidió descartarlo. De ser verdad este nexo sería un descalabro en la política de seguridad nacional de Obama, en tiempos de elecciones.

Deben existir otras razones que a lo mejor nunca se sepan, pero la primera gran conclusión que podemos sacar es que esta sociedad está enferma y que, por más que se avance en garantías para las minorías, la igualdad sigue siendo una utopía que solo figura en el papel, pero que no ha logrado tatuarse en la conciencia de cada ser humano.

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