El Chocó y el realismo mágico

libardo Vargas Celemin

En septiembre de 1954, un cronista principiante de El Espectador fue llamado a la redacción para que se trasladara a la ciudad de Quibdó, a cubrir una manifestación que llevaba 400 horas y había transcurrido sin un solo incidente.

Gabriel García Márquez, no tuvo entonces otra alternativa que iniciar una aventura en busca de ese pueblo perdido en medio de la selva y viajó en un avión deteriorado al que se le entraba la lluvia al fuselaje.

El avión acuatizó en el río San Juan. Encontró un pueblo desolado, porque todos sus habitantes estaban haciendo la infaltable siesta. Gabo, acompañado de un fotógrafo buscó al veterano corresponsal del periódico y este le comentó que el movimiento cívico prácticamente había terminado.

Gabo les manifestó a sus compañeros que él no había hecho semejante viaje para decir ahora que no había ninguna movilización y entonces decidieron programar una, en la que participaron la mayoría de los dieciséis mil habitantes que por entonces vivían allí.

El principal reclamo de los chocoanos en aquella ocasión era reversar la decisión del presidente Gustavo Rojas Pinilla de descuartizar el departamento anexándolo por partes a Antioquia, Valle y Caldas. Cuando se creía que esta decisión ya estaba en firme, las fotos y cuatro crónicas enviados por García Márquez generaron en la opinión pública una gran solidaridad con el Chocó y el dictador no tuvo otra alternativa que anular dicha resolución.

Sesenta y dos años, setecientos cuarenta y cuatro meses y veintidós mil días han pasado y el Chocó sigue igual, hundido en la pobreza, con una clase política corrupta y cientos de elefantes blancos repartidos en su territorio, mientras el oro y el platino saturan el subsuelo. Todavía llueve copiosamente todo el año y de la carretera que se inició en 1954, faltan más de ochenta kilómetros por pavimentar.

Cuatro son las peticiones básicas que un Comité Cívico por la Dignidad del Chocó está enarbolando, además de la carretera. Un hospital de tercer nivel, ya que el de segundo que existía fue liquidado por malos manejos; interconexión eléctrica nacional; un acueducto por gravedad para su capital y la terminación de unos escenarios deportivos que fueron entregados a medias el año anterior.

Entre sesenta y noventa mil personas han marchado. No ha habido incidentes mayores, aunque el Esmad ha provocado a la población. Los chocoanos siguen en las marchas. No gritan consignas, solamente cantan sin cesar la vieja y triste canción compuesta por un maestro de escuela y musicalizada por Guayacán orquesta:

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